Ahora que la palabra “fascismo” se ha abaratado, utilizada con ligereza por políticos y periodistas, a menudo reducida a un insulto de bar, convendría recordar de qué hablamos cuando la mentamos. La ideología que llevó a Europa al desastre en el siglo XX ha vuelto, si alguna vez se fue del todo. Comprender sus objetivos e identificar a sus defensores será clave para combatirla antes de que sea tarde.
Desde su irrupción en Italia en los años 20, y hasta su derrota en la Segunda Guerra Mundial, el fascismo provocó decenas de millones de muertos. Y, sin embargo, es probable que en el Parlamento europeo que salga de las elecciones del 9 de junio se sienten un buen puñado de neofascistas, cuyos sueldos serán pagados por todos. “Llevo gritándolo desde 2016 (…). ¡Vienen los fascistas!”, advirtió la Premio Nobel Maria Ressa la semana pasada, en un discurso a los graduados de la Universidad de Harvard.
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