Más de 120.000 hectáreas han ardido esta semana en Portugal a causa de un centenar de devastadores incendios en el centro y norte del país. Los fuegos han dejado al menos siete muertos y más de 40 heridos, además de destruir numerosas propiedades. También la calidad del aire se ha visto afectada a causa de las inmensas humaredas, que han llegado hasta Galicia y han llevado a la Xunta a pedir a la población de algunas zonas que eviten las actividades al aire libre. Mientras esto ocurría en el suroeste de Europa, en el centro y este del continente las inundaciones causadas por lluvias torrenciales causaban estragos en amplias zonas. De Rumanía a Polonia, la borrasca Boris ha dejado al menos 24 muertos, ha desbordado ríos y ha llevado a declarar la alerta máxima en ciudades como Breslavia, en Polonia, o Budapest, la capital húngara. También ha causado graves daños materiales antes de avanzar hacia el oeste del continente. En Italia ha afectado especialmente a la región nororiental de Emilia Romaña, donde un millar de personas fueron evacuadas.
El miércoles, la ejecutiva de la Unión Europa advirtió de que estos sucesos, inundaciones e incendios, son una prueba del “colapso climático” que amenaza con convertirse en la norma a menos que se tomen medidas. “Esta tragedia no es una anomalía. Esto se está convirtiendo con rapidez en la norma de nuestro futuro compartido”, dijo el comisario europeo de Gestión de Crisis, Janez Lenarčič.
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