Un cayuco con al menos 84 personas a bordo volcó en la madrugada del pasado sábado en la costa de la isla canaria de El Hierro cuando iba a ser rescatada por Salvamento Marítimo. Solamente pudieron ser rescatadas con vida 27 migrantes, entre ellos cuatro menores. Se recuperaron nueve cuerpos hasta el miércoles, cuando los equipos de búsqueda decidieron suspender las operaciones ante las “escasas posibilidades” de hallar los cuerpos de medio centenar de desaparecidos. Se trata de la peor tragedia que se recuerda en al menos treinta años en aguas de Canarias, tanto por el número de víctimas como por su proximidad a la costa, y pone de nuevo de relieve la vulnerabilidad de las personas que migran por mar a una Europa de fronteras blindadas. 

A esta tragedia se suman otras dos en la ruta canaria en las 48 horas anteriores que pasaron más inadvertidas: el 26 de septiembre, el naufragio de una lancha neumática en aguas del Sáhara Occidental dejaba 24 muertos, entre ellos 16 mujeres, una niña y dos bebés, según el colectivo Caminando Fronteras. Un día después, un buque encontró a la deriva a una lancha neumática que había partido de la costa sur de Marruecos con 62 personas a bordo; solo hallaron a 38 supervivientes. Ha sido una semana negra en las rutas migratorias también en otros lugares del planeta: más de un centenar de personas permanecen desaparecidas en el mar Rojo, tras ser obligados a saltar al agua por los traficantes cuando viajaban desde Yemen hacia Yibuti en dos embarcaciones. Y en México, un grupo de militares abrió fuego contra una treintena de migrantes asiáticos, africanos y latinoamericanos que viajaban hacinados en un camión en Chiapas, con el resultado de seis muertos.