Una de las falsedades que pueblan la nube de pensamiento mágico en la que vivimos es la idea del hombre-hecho-a-sí-mismo, autoconstruido, devenido como un hongo. “La sociedad no existe. Hay individuos”, advirtió la primera ministra Margaret Thatcher en 1987.
El ultraindividualismo se afana en romper ligazones, apoyos y ayudas, en evitar proyectos comunes, dejándonos huérfanos unos de otros. Es la ideología del uno contra uno, que desune y separa, que promueve la desconfianza social y política. Es el paisaje de la desolación, cada uno en un rincón con sus objetos de consumo: móviles, teles, ropa, zapatillas deportivas, comida y vinos (de primerísima calidad y caros, quien se lo pueda permitir). Un magma que, con el espaldarazo de las redes sociales y la adicción al scroll, empapa nuestra cultura de principio a fin.
Contenido solo para socios/as
Otra forma de ver el mundo es posible. Si te haces ahora socio/a, tendrás acceso ilimitado a la web, y recibirás cada año nuestra revista en papel con más de 250 páginas y un libro de la colección Voces.
Suscríbete ahora