Son tres. Dos verdes metálicos y uno de madera. Hay un cuarto también de madera, pero los árboles me impiden controlarlo con nitidez y tengo que hacer milagros para fotografiarlo sin que las hojas tapen a los protagonistas. Desde enero de 2015, fecha de nuestra mudanza a Jerusalén, había tenido esos bancos frente a mi balcón, en el parque de la calle Elisha, en pleno centro del barrio de Musrara, pero nunca les había prestado atención. Los verdes tienen un león grabado en la mitad. Parece el logo de Peugeot, pero es el león de Judea, el símbolo de la Ciudad Santa, que aparece también en su bandera.
Ane tenía entonces seis años y Telmo tres. Al principio bajábamos a ese parque porque era lo que tocaba con hijos de esas edades. Desde el primer día nos dimos cuenta de que aquello no iba a…
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