Ocurrió apenas hace unas semanas, aunque ya está casi olvidado. Pero el huracán Helene fue un nuevo aviso. Frente al sufrimiento de personas reales —las casas más precarias por los aires, la ropa mojada y sucia, las huidas desesperadas con lo puesto— en las redes empezaron a proliferar imágenes de perros y niños de dulce cara tristísima, víctimas del huracán que asoló el sureste de Estados Unidos. Pero eran caras de rasgos perfectos. Caras falsas, generadas por inteligencia artificial.
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