Mudarme de Madrid a Nueva York no fue mudarme de ciudad. No fue mudarme de país ni de continente. No fue mudarme de horario. No fue mudarme de mi estatus de solicitante de asilo político —sin esperanzas de respuesta afirmativa— al estatus de estudiante internacional de una maestría en New York University. Mudarme de Madrid a Nueva York fue mudarme de lenguaje. Mudarme del español al inglés.
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