En la calle del Profeta Eliseo de Jerusalén hay un parque con un columpio, dos toboganes y algunas de esas nuevas máquinas infernales que instalan los ayuntamientos para hacer gimnasia. Por suerte, también crece la hierba, varios bancos de madera permiten a los padres disfrutar de cierto descanso mientras los niños gastan energía y hasta colocan un toldo para tener sombra durante los meses de más calor, que son la mayoría del año.
“Los niños son iguales en todo el mundo” es una frase que te repiten cuando tienes hijos y viajas con ellos. Otra: “El balón es un idioma internacional, lo sueltas y a jugar”. Hasta que te das de bruces con un grupo de judíos ultraortodoxos que escupen a tus niños por considerarles “impuros” y ni siquiera tocan el balón que ellos tocan.
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