No está del todo claro que los lacrimatorios guardaran lágrimas. Se dice que estos pequeños recipientes, usualmente de vidrio o cerámica, servían en la antigüedad para guardar las lágrimas derramadas durante el luto por un ser querido. No obstante, entre los arqueólogos persiste el debate. Algunos sostienen que no se destinaban literalmente a conservar lágrimas, sino que eran frascos de perfumes o ungüentos colocados en las tumbas como parte del rito funerario. Sea cual fuere su verdadero uso, la idea sigue siendo conmovedora: intentar atrapar el dolor, quizá para evidenciar el sufrimiento, pero también para contenerlo y encerrarlo en una forma que permita sobrellevarlo.
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