Un instante

Nunca existirá una definición exacta del amor, pero la clave habita en la presencia y el tiempo

Dice el diccionario que un instante es una porción brevísima de tiempo. Pero eso no es cierto. O no del todo. En el Museo Casa de la Memoria de Medellín encontré otra definición mucho más acertada. A lo largo de varios años, Javier Naranjo, gestor cultural y docente, invitó a estudiantes de primaria a dar con el significado de algunos términos. De esa idea surgió el libro Casa de las Estrellas. El Universo contado por los niños, un diccionario creado por los más pequeños que me encontré ahí, entre las paredes del museo. Ante la pregunta de qué significa un “instante”, Leidy Johana García, de 10 años, respondía: “Es lo único que uno le pide a una persona”.

El pasado mes de agosto me invitaron a Medellín a un congreso de Filosofía acerca del amor. Ahí, a lo largo de tres días, los ponentes, cada uno desde nuestras respectivas disciplinas, tratamos de diseccionar ese concepto para el que afortunadamente nunca existirá definición. Sin embargo, y más en un congreso que lo pone en el centro, la pregunta por el amor es inevitable. Para responder a ella suelo recurrir a un relato de Raymond Carver llamado justamente De qué hablamos cuando hablamos del amor. En él, el autor norteamericano nos adentra en una cena en la que dos parejas conversan acerca de qué significa exactamente amar. Hacia el final del relato, a través de uno de esos personajes tan extraordinarios como imperfectos, llega una epifanía de la que siempre me valgo: “En el amor los seres humanos somos solo principiantes”. Que es como decir que estamos empezando una y otra vez.

En Medellín, en mi última ponencia, cité de nuevo a Carver. Aquella misma tarde, antes de regresar a casa, me encaminé, como siempre que estoy en una ciudad extranjera, al Museo Casa de la Memoria, porque es a través del relato de su pasado y de cómo se enfrentan a él como me gusta pensar a las ciudades, a los países. Ahí me encontré con Leidy Johana García y entonces entendí, al fin, que todos estos años de búsquedas me habían conducido a aquel museo lejano. De manera que finalmente no fue Carver sino la sabiduría inquebrantable de los niños la que me regaló una pista. Si el tiempo, como decía el poeta Nick Laird, es cómo invertimos el amor, entonces, necesariamente, la clave habita ahí, en la presencia, el instante. A fin de cuentas, para poder hablar de amor quizá habría que empezar por ahí, por hablar de una presencia cosida de infinitos instantes, quizá eso sea lo único que verdaderamente se le pide —y que se puede dar— a una persona.

Laura Ferrero

Laura Ferrero (Barcelona, 1984) es escritora, periodista y guionista.  Compagina su trabajo para diversas editoriales e instituciones culturales con la pasión por la escritura. Es autora de los libros Piscinas vacíasQué vas a hacer con el resto de tu vida El amor después del amor.

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