Israel retiró sus tropas del interior de Gaza en 2005 y desde ese momento reforzó todo el control de la Franja por tierra, mar y aire. Israel creía tener todo bajo el control de sus increíbles sistemas de seguridad pero, ante la mirada de sus drones y cámaras de vigilancia, Hamás se armó, construyó una Gaza subterránea y le golpeó por sorpresa el 7 de octubre.
Desde ese día los israelíes han impuesto un bloqueo aún más fuerte que se extiende a los medios de comunicación. Ni Israel ni Egipto permiten el acceso de la prensa internacional a la Franja y, como en todo conflicto, la lucha en el campo de batalla discurre de la mano de la lucha por el relato.
Los periodistas que han podido entrar lo han hecho empotrados con unidades de combate israelíes o con servicios médicos. Las incursiones han sido puntuales y controladas por quienes las organizan.
Israel bombardea a la población palestina y bombardea al mundo con información oficial a través de sus portavoces militares y políticos. Los datos que salen de la Franja son “mentira” porque los ofrece “el ministerio de Salud de Hamás”, los datos e informes de agencias de la ONU como UNRWA son “mentira” porque “es un órgano más al servicio de Hamás”… Todo lo que no encaja en su narrativa del conflicto “es Hamás” y punto. No hay más que añadir.
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