El Bósforo cura los males. Cada viaje entre Europa y Asia limpia las afecciones de corazón y cerebro, purifica y refresca el alma. El azul intenso del agua y el meneo de los vapores de la empresa municipal que se encarga de dar el servicio desde hace casi 200 años son mágicos y el trayecto, de una media hora dependiendo del puerto, es un paréntesis en medio de una Estambul insaciable, inalcanzable e inhumana por momentos y por barrios.
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