Esta lista, todo un clásico ya de las Navidades en 5W, está pensada para señalar noticias que no tuvieron una gran cobertura informativa pero que consideramos importantes: nos cuentan algo del año que dejamos atrás, pero también palpita en ellas lo que puede llegar el año que viene. En 5W siempre intentamos fijarnos en los lugares más recónditos del mundo, pero no somos inmunes a la pandemia de la invisibilidad: cubrimos algunas de estas noticias, y a otras no llegamos.
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Estas son las cinco noticias olvidadas de 2022 que 5W ha seleccionado:
Ya somos 8.000 millones
El 15 de noviembre de 2022 la especie humana, terca en su reproducción desde sus orígenes, alcanzó la población de 8.000 millones. Según datos de la ONU, la humanidad tardó 12 años en pasar de los 7 a los 8.000 millones, pero ahora le tomará otros 15 llegar hasta 9.000 millones. Eso quiere decir que, pese al prejuicio generalizado de que crecemos sin freno y devoramos todos los recursos del planeta, habrá un momento en que la población global se estancará. Se espera que alcance su pico (10.400 millones) en la década de 2080 y se mantenga en ese nivel hasta 2100. Las tasas de fecundidad bajan —de forma desigual— en todo el planeta, pero también la mortalidad. Los países ricos tendrán una población cada vez más envejecida. El futuro podrá leerse en la juventud de esas grandes megalópolis que ya se están formando, como Lagos, Delhi, Bombay o Kinshasa. Por cierto, a megalópolis superpobladas y a nuestras formas de habitar el planeta dedicamos hace un tiempo una de nuestras revistas anuales, la número 4: Habitantes.
La India pasará a ser oficialmente en 2023 el país más poblado del mundo, por delante de China, cuyo crecimiento demográfico se vio lastrado por la política de hijo único, abandonada en 2015. Desde Occidente cuesta aún hoy hacerse a la idea de que el mundo será, entre otras cosas, cada vez más asiático y africano. Es un etnocentrismo pasado de moda y que cada día es empujado por los hechos a la periferia.
Ese rincón llamado Cáucaso
En septiembre resurgieron los enfrentamientos armados entre Armenia y Azerbaiyán: más de 200 militares, en su mayoría armenios, murieron en los ataques cruzados que se desataron entre ambos países, en el último estallido —el más grave desde 2020— de un conflicto de décadas. Llama la atención que esta vez no haya más focos sobre el Cáucaso teniendo en cuenta su relación indirecta con Ucrania. Putin está demasiado ocupado en su principal frente de guerra y su papel de mediador —aunque en teoría su aliado es Armenia— se ha visto difuminado.
La paz entre ambas repúblicas exsoviéticas tiene como principal escollo la región de Nagorno Karabaj. Este mismo mes de diciembre las autoridades azeríes cerraron el corredor de Lachín, el único que une Armenia con Nagorno Karabaj, y cortaron el suministro de gas. Una situación que solo parece ir a peor y que, pese a la cercanía geográfica a Europa, no parece preocupar a una UE absolutamente centrada en la guerra de Ucrania y sus consecuencias políticas y energéticas.
Recomendamos esta crónica de Karlos Zurutuza —escrita antes de los combates de septiembre— y este podcast sobre el espacio postsoviético, que recorre otras regiones además del Cáucaso.
Después del impacto: Afganistán y Etiopía
El sorpresivo regreso de los talibanes al poder en agosto de 2021 hizo que Afganistán volviera a la actualidad internacional. La invasión estadounidense se cerró tras veinte años en los que se vivió de todo: la euforia inicial por el cambio que parecía que se avecinaba, el desasosiego por el rápido rearme de los talibanes, la rabia por los miles de civiles muertos a manos de ambas partes… y la desesperación inconsolable al ver cómo la OTAN daba la espalda a millones de afganos que habían creído en su misión.
En 2022 supimos que más de un millón de niñas y adolescentes se quedaron sin escolarizar después de que los talibanes incumplieran su promesa de reabrir los centros de secundaria para ellas. El régimen también prohibió el acceso de las mujeres a la universidad. El (programado) descenso al caos de Afganistán, que incluye una inseguridad alimentaria que solo pudo ser paliada por algunas organizaciones humanitarias que aún trabajan en el país, no ha recibido la misma atención que los primeros pasos del régimen. La única oposición real que tienen ahora los talibanes es Estado Islámico, que ha perpetrado varios atentados terroristas contra la comunidad hazara (chií). Una noticia olvidada dentro de una noticia olvidada.
¿Y Etiopía? La guerra en la región de Tigray, que estalló en noviembre de 2020 y tuvo algunos de sus episodios más cruentos en 2021, se contó poco, pero el (frágil) acuerdo de paz entre el Gobierno etíope y los rebeldes de Tigray en 2022 se ha contado aún menos. Eso sí: la región de Oromía, con mucha más población, parece cada vez más inestable y podría ser el próximo quebradero de cabeza para Abiy Ahmed Alí, el primer ministro que ganó el Premio Nobel de la Paz por firmar la histórica paz con Eritrea pero que dos años después dijo estar dispuesto a ir él mismo a la guerra a combatir. En todo caso, 2023 se abrirá en Etiopía con una esperanza para la paz.
Democracias en jaque en África
Justo diez años después de la inmolación en Túnez de Mohamed Buazizi, que la Historia interpretó como el pistoletazo de salida de la Primavera Árabe, el presidente Kais Saeid convocó unas elecciones parlamentarias que se enmarcan en su plan de conseguir más poder convirtiendo en presidencialista el sistema político tunecino. Celebrados en diciembre de 2022, los comicios contaron con una participación de tan solo el 11%. La segunda vuelta será en febrero, pero esta paupérrima participación refleja la mezcla de desidia, hartazgo y desconfianza de la población hacia el presidente.
Hay que mirar también a otros lugares de África. En Burkina Faso, Ibrahim Traoré se proclamó presidente de la Junta Militar en el segundo golpe militar en ocho meses. Mali perpetúa su gobierno militar: los líderes golpistas han prometido una transición hacia la democracia en dos años que permitirá a Assimi Goïta presentarse a las elecciones. Tras las protestas de 2018-19 y el golpe de 2021, en Sudán crece la frustración por una prometida transición democrática que no parece tal. Son retrocesos importantes e imposibles de ignorar, pero que no deben empañar el proceso general democratizador que se vive en todo el continente. En 2023 se celebrarán 17 elecciones en África, algunas en países tan importantes como Nigeria, Sudáfrica, Egipto, República Democrática del Congo, Zimbabue o Etiopía.
Protestas más allá de Irán y China
2019 fue un año marcado por las protestas (Chile, Hong Kong, Líbano, Irak, Sudán…). La efervescencia social se frenó necesariamente con la pandemia, pero en 2022 renació. Las protestas con más eco fueron las de Irán —originadas por la muerte de la joven kurda Mahsa Amini tras haber sido detenida por no llevar bien puesto el hiyab— y las de China —que se centraron en el rechazo a la política de tolerancia cero contra la covid-19, pero que fueron mucho más allá—. Pero hay que dar un paso más y analizar cómo la inflación, el aumento de los precios de bienes de consumo, el hartazgo con sistemas políticos de diversa índole o la lucha contra el autoritarismo y la represión se convirtieron en los principales motivos detrás de manifestaciones registradas en otros puntos del mundo: Túnez, Perú, Sudán, Bangladesh, Sri Lanka, Ghana, Chad…
En 5W siempre prestamos atención a estos procesos, así que en 2023 miraremos a estos puntos del planeta —y muchos otros— para explicar las transformaciones políticas y sociales en marcha.
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Entender el mundo es difícil, pero vale la pena intentarlo.