¿Qué países forman parte del Consejo de Seguridad de la ONU y cómo eso afecta a la paz? ¿Cuál es la diferencia entre tregua, alto el fuego y armisticio? ¿Qué es la desobediencia civil? En La paz herida, el número 7 de 5W, incluimos este glosario de términos y conceptos para entender el vocabulario de la guerra y el de la paz. El resto de contenidos solo se pueden leer en esa revista en papel.
Consejo de Seguridad de la ONU
El Consejo de Seguridad de la ONU, creado tras la Segunda Guerra Mundial, está formado por 15 miembros, cada uno con un voto. Cinco son permanentes: Estados Unidos, Rusia, China, el Reino Unido y Francia. Los otros diez son temporales y se cambian cada dos años. Su importancia radica en que, al menos sobre el papel, los Estados miembros de la ONU están obligados a cumplir sus resoluciones. Su problema es que, para que una resolución se apruebe, se necesitan nueve votos a favor y ninguno de los miembros permanentes en contra. Es el famoso derecho a veto, que en la práctica da al traste con muchas iniciativas de paz. Estados Unidos protege a Israel, China protege a Birmania, Rusia protege a Siria. La estructura y funcionamiento del Consejo de Seguridad están en la base del escepticismo global sobre la capacidad de actuación de la ONU en general. También son la representación más clara de cómo la realpolitik condiciona la paz.
Proceso de paz
El mundo contemporáneo está lleno de conceptos que, de tanto usarlos, han ampliado su campo semántico y han acabado significando todo y nada a la vez. “Crisis”, “conflicto”, “derechos humanos”… y, por supuesto, “proceso de paz”, que se refiere a la evolución de las negociaciones y los esfuerzos para poner fin a la violencia. Estos procesos tienden a ser cada vez más largos y laxos, hasta el punto de perpetuarse y generar hastío y frustración. No todos desembocan en su objetivo. Uno de los casos más recientes es el de Afganistán: tras años de “proceso de paz”, los talibanes regresaron al poder por las armas, sin necesidad de negociar.
Número 7: La paz herida
Hay muchas formas de paz, ansiadas o logradas, que pueblan las 256 páginas de este nuevo número.
ComprarTregua, alto el fuego y armisticio
A menudo estas palabras forman un pastiche que nos impide conocer los matices de la guerra y su resolución. El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), que en algunos casos adopta un rol de supervisión o asistencia, explica que son similares —los tres términos coinciden en que un cese de la violencia puede disminuir las consecuencias humanitarias del conflicto—, pero no son exactamente lo mismo.
Las treguas, según el CICR, son acuerdos mediante los cuales se interrumpe el uso de medios de guerra en zonas específicas por un periodo de tiempo, aunque no implican la voluntad de terminar con el conflicto armado. Una tregua puede darse, por ejemplo, para trasladar a heridos.
El alto el fuego se incorporó al léxico común después de la Segunda Guerra Mundial. Es la consecuencia inmediata de la aplicación de treguas o armisticios. Se ha usado en países como Colombia de forma unilateral o bilateral para evidenciar una voluntad de avanzar hacia la paz. En Irak y otros países se aplicó por cuestiones humanitarias.
El armisticio es un acuerdo para suspender las hostilidades entre los combatientes y que puede tener un alcance general. Está algo en desuso porque se ha relacionado históricamente con conflictos armados internacionales entre Estados, como el de 1953 en el marco de la Guerra de Corea. Aunque las grandes potencias se enfrenten de forma indirecta en países como Siria, las guerras entre Estados son menos comunes en las últimas décadas.
Disuasión
Las armas nucleares son, paradójicamente, uno de los principales motivos por los cuales no ha habido más guerras entre la India y Pakistán: ambos temen que el otro pulse el botón rojo. La amenaza existencial contra un Estado puede hacer que este se contenga a la hora de iniciar un conflicto o lanzar un ataque. Es una verdad terrible que esconde una raíz más terrible aún: la teoría de la disuasión puede usarse para justificar, en el caso citado, el desarrollo de armas nucleares. Las dudas no se limitan al aspecto ético, sino que también se extienden al lado práctico. Sobre el régimen sirio pesaba la amenaza de Barack Obama de una ofensiva militar inminente en caso de que usara armas químicas, pero las usó igualmente. Obama no cumplió su amenaza. Aquí topamos con otros de los problemas de la disuasión: puede ser ineficaz para amedrentar al otro o puede desembocar en una guerra total.
Pacifismo
El pacifismo se enfrenta a una de las ideas más difíciles de vencer: aquella que dice que la guerra es un estado natural del ser humano. Hunde sus raíces en los movimientos sociales. Sin la fricción entre el ecologismo, el antimilitarismo, el feminismo, el obrerismo y el internacionalismo no existiría el pacifismo. Aunque sobre el papel tiende a la abstracción, porque su objetivo es oponerse a la guerra y la violencia, sus grandes victorias se han producido cuando la causa era claramente identificable: la descolonización, la guerra de Vietnam, la invasión de Irak. ¿Murió de éxito el pacifismo? Su triunfo de marketing es quizá el mayor obstáculo para su implantación: se la considera una ideología naif, de hippies —si nos vamos a sus raíces, esto no se puede negar—, falta de realismo. El pacifismo es algo demodé, una cosa tan del siglo XX. No casa bien con el cinismo del siglo XXI. Debe reconstruirse con más ética que estética.
Desobediencia civil
El término designa de forma muy específica lo que es: hacer caso omiso de una ley o norma por considerarla injusta, y hacerlo sin violencia. Thoreau fue el pionero teórico y dedicó un libro al tema. Martin Luther King, Rosa Parks o Desmond Tutu son otras figuras históricas ligadas a la desobediencia civil. Mohandas Karamchand Gandhi pensaba la desobediencia civil desde lo terrenal y lo religioso. El mahatma —ese no es su nombre de pila como algunos creen, sino un apodo que significa “gran alma”— se negó a que los revisores de un tren en Sudáfrica lo cambiaran de vagón amparándose en las leyes del apartheid, algo similar a lo que hizo Rosa Parks en Alabama. Gandhi no hablaba de desobediencia civil, sino de satyagraha, término sánscrito que podría traducirse como “lucha por la verdad”. “La palabra satya deriva de sat —explicó el mismo Gandhi; sat significa verdad en hindi y sánscrito—. Satya es un estado del alma. Nada existe en realidad, solo la verdad. Por eso, sat o satya es el nombre correcto de Dios. De hecho, es más correcto decir que la verdad es Dios que decir que Dios es la verdad”. El fervor religioso de Gandhi no debe empañar la hondura de este movimiento: nace del convencimiento de que algo es justo, correcto, verdadero.
Desarme
El desarme hace referencia, según el Centre Delàs —dedicado a la investigación y acción por la paz y el desarme— “a los procesos de reducción o eliminación de armamento, ya sea en sentido genérico o sobre un tipo de armamento en concreto, por parte de uno o varios actores, grupos o Estados”. Alguien que no conozca este complejo proceso podrá pensar que es simple, pero puede ser unilateral, bilateral o multilateral; puede abarcar el desarme general y completo o medidas concretas que reduzcan un tipo de arma; incluso puede ser temporal y no permanente. El término también puede referirse a la reducción de la capacidad militar de los ejércitos. Quizá la iniciativa más conocida en este campo sea la del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP), que entró en vigor en 1970. El gran obstáculo para que el desarme avance son los Estados y la falta de capacidad de actores independientes para supervisar estos procesos. La soberanía casi indiscutible de los Estados impide que se reduzcan o limiten las armas. Y así volveríamos al punto 1: el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, plagado de productores, exportadores e importadores de armas.