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Una mujer está sentada de espaldas sobre la cama de un hospital. Un pañuelo azul le cubre la cabeza; el torso está envuelto con una venda blanca. A su lado, sobre las sábanas, se extiende la cabellera rubia de una peluca. La imagen es la portada de Salud, el nuevo número en papel de 5W, y la tomó la fotógrafa Maite Caramés poco después de que operaran a su amiga Valérie de Marotte de un cáncer de mama. La escena recoge un momento clave en el año en que Valérie afrontó la enfermedad: doce meses de viaje físico y emocional plasmado en las fotografías de Caramés.
A Valérie le diagnosticaron cáncer en primavera de 2013. “El día que supe que estaba enferma, pensé que me iría muy bien hacer algo que me permitiera alejarme, evadirme”, cuenta. Propuso entonces a Maite Caramés hacer un seguimiento fotográfico que recorriera los estadios de la enfermedad, a modo de proyecto personal que no trascendiera más allá de lo privado. Pero la serie empezó a tomar forma de una manera que ninguna de las dos había imaginado: se sucedían imágenes llenas de simbolismo y emociones, algunas cargadas de dolor, otras envueltas en el juego del proceso creativo. En ocasiones eran fruto de la improvisación; otras, resultado de una puesta en escena.
Como un diario visual compartido, el proyecto logró acercarse a la enfermedad de un modo emocional, profundo y con una dosis de humor espontáneo que ayudaba a aliviar el miedo. Nos lo cuentan en una entrevista que, por las restricciones de la pandemia, se realiza a través de una pantalla; pero no hay dispositivo que enfríe la complicidad que ambas mantienen desde que comenzaron este proyecto, nacido como algo íntimo y que terminó expuesto en eventos como el festival DOCField de Barcelona.
“Al principio pensé todo esto como algo para mí, algo terapéutico. Algunos días estaba malhumorada; en algunos momentos no podía mirarme a mí misma en el espejo sin pelo. Otras veces me sentía preparada para quitarme la peluca. El proyecto me ayudó a aceptar la imagen y los cambios que se producían durante el tratamiento. Era como desnudarme, pero al mismo tiempo me daba mucha fuerza. Fue una forma más fácil de aceptarme a mí misma como enferma”, dice Valérie.El relato visual de la enfermedad fue “muy intuitivo”, cuenta por su parte la fotógrafa. “Me tiré a la piscina sin pensarlo mucho. No sabía adónde íbamos, no había ningún esquema previo”. Durante un año, trabajaron la dos en torno a la enfermedad de Valérie sin que ni siquiera su familia supiera lo que estaban haciendo. Decidieron que ese sería el título del proyecto: Entre tú y yo. Uno de los momentos más importantes de este trabajo fue el que está reflejado en la imagen que ha servido para ilustrar la portada de Salud, dice la fotógrafa.
“Es el momento en que la operan. Tenía un cáncer un poco avanzado, un tumor grande que debía disminuir, y pasó por un largo proceso de quimioterapia hasta que la intervinieron”. Ambas recuerdan cómo Valérie, recién operada, estaba impaciente por que Maite tomara la imagen. “Pensé: esta foto la tenemos que hacer ahora. Llegó Maite a la habitación, con regalos y flores… Y yo dije: ¿Y la cámara?”, cuenta entre risas. La fotógrafa interviene: “Cuando ya pudieron subirla a planta, lo primero que hizo fue llamarme para que fuera a verla. Yo no pensaba ir a hacerle fotos: primero soy su amiga, luego fotógrafa. Me daba la sensación de que, al sacarlas, me estaría aprovechando. Al llegar, la encontré en la cama y lo primero que hizo fue pedir la foto”, ríe.
Entre tú y yo captura el modo en que Valérie vivió el cáncer; a la vez, la manera en que ella afrontó la enfermedad estuvo influida por el propio proyecto. Hubo una relación que, dice, fue terapéutica. A través de las imágenes comentadas por ambas, las acompañamos en este recorrido visual articulado por la enfermedad.
Entre las primeras fotos del proyecto hay un retrato de Valérie con una melena a la altura de los hombros, aún sin cortar. “Para una mujer con cáncer —explica la propia Valérie—, perder el pelo es de lo más difícil de aceptar; la feminidad tiene mucho que ver con el pelo, que también es como una protección. Cuando lo pierdes, cambias”.
Uno de los símbolos clave de esta enfermedad es la peluca, detalla por su parte Maite. “Valérie estaba muy obsesionada con esto; lo primero que hizo fue comprar tres o cuatro pelucas que siempre iban con ella. No quería que la gente la viera sin peluca. Siempre tenía una allí, se convirtió un poco en nuestro amuleto”.
El día en que Maite tomó la imagen de la izquierda, Valérie ya había comenzado la quimioterapia. “Para mi —dice la fotógrafa— esta es una de las imágenes más fuertes de todo el proyecto. Aquí realmente Valérie está mal. Fue uno de esos días en que se relajó ante la cámara y dijo: así me siento”. La foto está tomada en su habitación, donde pasaba muchas horas. Tenía muchos objetos, entre ellos una diadema de princesa que decidió ponerse.
“Me había negado incluso a mirarme a mí misma, era muy complicado —cuenta Valérie—. Siempre le había dicho a Maite que quería que las fotos fueran con peluca. Pero ese día, cuando ella llegó, le dije: creo que estoy preparada. Eso me ayudó a aceptar mi propia imagen y todo lo que conllevaba el cáncer”.
En contraste, la foto de la derecha recoge un momento terapéutico ante la cámara. Valérie había sacado varias prendas, entre ellas un gorro de baño “a lo Esther Williams” que se puso entre risas para crear el personaje que encarnaba cómo se sentía en ese momento de relax. Se convirtió en otra de las imágenes icónicas del proyecto.
Esta imagen refleja un momento del proceso en el que Valérie “decidió mostrarse”, explica la fotógrafa. La propia Valérie lo evoca como un día en el que “había mucho humor”. Recuerda cómo hicieron espuma en la bañera para emular la película American Beauty y algunos momentos cómicos en los que la fotógrafa se colocaba en posturas imposibles para lograr la distancia necesaria para tomar la imagen. “Nunca hubiera pensado que me iba a mostrar así”, dice Valérie.
Entre tú y yo está lleno de simbolismo. En la imagen de la izquierda, las prendas que Valérie había elegido aquel día aparecen colgadas de una rama. Refleja la parte más teatral del proyecto, con el jardín “algo decadente” como escenario en el que creaban personajes, hacían composiciones o jugaban con el vestuario.
A su lado, una fotografía de un día en el que Valérie “no se encontraba nada bien”, dice Maite. Pese a todo, querían dejar constancia de los momentos que no eran diversión. “Yo quería esconderme un poco”, explica Valérie. Así, sobre una bolsa de papel que le cubre la cabeza pegó un autorretrato que se hizo el día que fue a cortarse el pelo. “Me probé varias pelucas y esta de la foto me quedaba muy mal, era muy oscura y no me sentía bien con ella”, explica. La imagen resultante juega con la bolsa, el autorretrato con peluca y la melena distinta que sobresale por debajo.
Hay imágenes del proyecto que pasan quizá más desapercibidas, pero son también muy representativas. Como esta, que juega con la simbología de la ropa: las bambas desabrochadas tienen un porqué. “A través de ellas decidimos simbolizar el momento en que no tiene quimioterapia y descansa. Fueron dos semanas en las que tuvo que ir a París y yo la acompañé. Se empezó a encontrar mucho mejor, es un momento en que no se siente apretada”, cuenta Maite.
Un año después del diagnóstico inicial y del comienzo del proyecto —que se prolongó de una primavera a otra—, llegó la recuperación final. Las pruebas resultaron positivas, el oncólogo confirmó a Valérie que estaba bien y le dieron el alta.
La última imagen es una despedida y una celebración al mismo tiempo. “Cuando ví que no necesitaba la peluca, que el pelo crecería de nuevo, nos dijimos que teníamos que hacer algo con ella”. El cierre del proyecto y de los doce meses de enfermedad es la imagen de esa peluca-amuleto colgada de un árbol, como símbolo de vida que crece.
“Al final [el cáncer] es un tema muy duro y complicado, al que es muy difícil acercarse. Con este proyecto —dice Valérie— hemos abierto algunas puertas”.