Miami beach
El ruido de los aviones atravesaba el cielo interminable del Distrito Federal. No podía seguir en la ciudad. Me subí a uno de esos vuelos hasta la frontera. Entré por el sur y durante tres días recorrí en ómnibus Texas, Luisiana, Misisipi y parte de Alabama, antes de hundirme en el embudo de la Florida. Vi los cielos enfermos. Vi las calles y los puestos de comida rápida y las gasolineras profundas de América. Si miras el mapa, te vas desplazando de oeste a este por tierra continental y de repente caes en este hueco.
Mi amiga Elis me hospedó en su casa, un apartamento de dos cuartos en una isla al norte de Miami Beach. Me había esperado en Tampa, vinimos en su Toyota blanco. Era mi vecina de la infancia y ahí estábamos ambos encerrados en un…
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