‘Leer las imágenes’: cinco proyectos de Santi Palacios

El fotoperiodista, que protagoniza con Laia Abril el último número de la colección 'Voces', comenta cinco proyectos que han marcado su carrera.

‘Leer las imágenes’: cinco proyectos de Santi Palacios
Un joven sentado sobre una cámara de seguridad española en la valla fronteriza que separa Marruecos de Melilla el 28 de mayo de 2014. Esta imagen forma parte del proyecto 'On the edge'. Santi Palacios

“La clave es contar la historia con las mejores herramientas posibles”, dice el fotoperiodista Santi Palacios en el libro Leer las imágenes, un diálogo con la artista multidisciplinar Laia Abril en el que ambos, a lo largo de 140 páginas, reflexionan sobre fotoperiodismo y arte. Leer las imágenes es el nuevo número de la colección Voces 5W y está incluido en la suscripción a la revista: si aún no eres socio/a, suscríbete ahora y recíbelo en casa. Si lo prefieres, también puedes comprarlo por separado en la tienda online.    

Para Santi Palacios (Madrid, 1985), la mejor herramienta para relatar nuestro mundo es el fotoperiodismo: desde que comenzó su carrera ha capturado con su cámara historias vinculadas a movimientos de población, conflictos, contaminación o la pandemia; su trabajo le ha valido reconocimientos como el World Press Photo, el premio Ortega y Gasset o el Premio Internacional Luis Valtueña de Fotografía Humanitaria.

Con motivo de la publicación del nuevo número de la colección Voces, hemos pedido al coautor de Leer las imágenes que comente en primera persona cinco de sus proyectos de largo recorrido.  

01. En ruta

En Ruta fue el primer reportaje del que pude sentirme orgulloso. Todos los trabajos que había hecho en fotografía hasta entonces eran comerciales y los reportajes que había producido no estaban suficientemente elaborados. 

A finales de 2008 la crisis apretaba fuerte. Los países del centro y norte de Europa seguían importando frutas y verduras de la región de la Vega Baja (en el sureste de la península), pero a España le costaba más realizar importaciones. Esto afectaba directamente a los conductores de camiones de mercancías, que subían cargados de alimentos hacia Europa pero luego tenían que pasar días esperando una carga con la que regresar a la península ibérica.

En enero de 2009 subí al camión de César, a quien había conocido un año antes, y le acompañé en ruta por Francia y Alemania. Accidentes, situaciones inesperadas, esperas interminables y un tortuoso recorrido entre polígonos industriales y mercados de Alicante, Barcelona, ​​La Junquera, Múnich, Frankfurt, París, Lille y Marsella, me permitieron ver que los problemas que tenían que afrontar los trabajadores del sector de los transportes por carretera iban mucho más allá de la reducción de importaciones. 

En Leer las imágenes cuento uno de los momentos que viví mientras hacía ese reportaje: el instante en el que tuve claro que solo quería hacer esto, fotoperiodismo. 

02. ‘On the edge’

Durante más de una década he desarrollado On the Edge, un proyecto de largo aliento sobre migraciones. Las escenas captadas en este proyecto entre 2013 y 2024 capturan el instante en el que personas que migran por diferentes motivos cruzan una frontera, se preparan para hacerlo o mueren en el intento.

Las migraciones pueden ser un hilo conductor realmente interesante a la hora de conectar distintas problemáticas. Trabajar en las rutas migratorias implica analizar los motivos por los que las personas abandonan su lugar o país de origen: precariedad económica, catástrofes naturales, conflictos armados, persecución por orientación sexual, política o religiosa. Las rutas migratorias clandestinas son una de las experiencias más extremas que puede vivir un ser humano hoy en día. Y la vida en los países de destino permite, de nuevo, trabajar en conceptos tan amplios como la integración, la multiculturalidad, el racismo o la xenofobia. 

Esa visión holística que permiten las migraciones supone una forma de ordenar aquellos temas sobre los que siempre me ha interesado trabajar. Este es un proyecto que no tiene final —espero seguir desarrollándolo durante toda mi carrera—, pero precisamente por la magnitud de la problemática que pretende abordar es necesario dividirlo en bloques. El primer tramo fueron las fronteras; ahora estoy trabajando en el siguiente, los orígenes.

En Leer las imágenes tuve la oportunidad de hablar con Laia sobre muchos de los retos y descubrimientos que ha supuesto trabajar en este proyecto.

03. ‘Nonpoint source’

El término Nonpoint source pollution hace referencia a la contaminación de agua o aire que no tiene una única fuente de origen. Por eso elegí ese título para este proyecto de largo recorrido en el que trato de conectar la contaminación —como causa de degradación del territorio— con los flujos migratorios.

La primera parte de este trabajo fue Megaciudades y contaminación, un proyecto de fotografía documental que analiza tres de los grandes retos ambientales del siglo XXI: el plástico, la polución del aire y la contaminación del agua. El proyecto se articula en torno a tres megaurbes de Asia, el continente más poblado del mundo: Metro Manila, Delhi y Yakarta.

La populosa área metropolitana de Manila, en Filipinas, se ha erigido en uno de los focos mundiales de vertidos de plásticos al océano. Nueva Delhi es la capital con el aire más contaminado del mundo en un país, la India, que alberga siete de las diez ciudades con mayor contaminación ambiental del planeta. Y Yakarta, en Indonesia, es la capital que más rápidamente se hunde, en medio de la erosión del terreno por una acuciante demanda de aguas limpias y la subida del nivel del mar debido al calentamiento global.

Este fue el primer proyecto que publicamos en Sonda Internacional, el medio de comunicación que fundé en 2022 junto a un grupo de compañeros y compañeras y de cuya motivación e intenciones hablo con Laia Abril en el nuevo número de Voces.

04. Soledades Mayores

Cuando se declaró el estado de alarma en España yo acababa de regresar de Indonesia y tenía un vuelo a Nairobi al que ya nunca pude subir. Enseguida tuve claro que era importante documentar lo que estaba pasando. A largo plazo, porque estábamos viviendo un acontecimiento histórico; y a corto plazo, porque no estábamos viendo en los medios de comunicación las desastrosas consecuencias del virus, aquellas por las que las autoridades nos pedían que nos quedáramos en casa. 

Después de pasar dos semanas deambulando por calles vacías y pidiendo accesos que no llegaban para entrar en hospitales, tanatorios y cementerios, la oenegé Open Arms, con la que trabajo desde su fundación en 2015, lanzó un proyecto para realizar tests de forma masiva en las residencias de ancianos de Cataluña. Era fundamental separar a los positivos de los negativos para reducir el número de contagios. Y yo tuve la suerte de poder acompañarlos a diario durante más de dos meses. 

Las residencias de ancianos se convirtieron en uno de los puntos negros de la pandemia. Solo en 2020 cerca de 25.000 ancianos murieron en residencias de toda España a causa de la COVID-19 o con síntomas compatibles con la enfermedad. 

En este proyecto decidí no mostrar los rostros de las personas que aparecen en las imágenes. Traté de realizar fotografías que transmitieran las emociones que se vivían en los centros de mayores durante los primeros meses de la pandemia. 

El trabajo que realicé, publicado en 5W, se tituló Soledades Mayores, porque aquellos días y en aquellos centros nos encontramos con la soledad impuesta por la emergencia sanitaria, y la soledad estructural que vive una parte de la población en un país que tiene a cerca de 300.000 de sus mayores viviendo en residencias.

05. La masacre de Bucha

Trabajé en Kiev en 2014, durante la revolución del Maidán, y a principios de 2015 volví a Ucrania para trabajar en el Donbás. En 2022 estaba centrado en la creación de Sonda Internacional —de la que hablo en el libro— y además creía, como tantos otros, que no iba a haber una invasión a gran escala por parte de Rusia. Pero cuando me despertaron a primera hora del 24 de febrero de aquél año para decirme que Rusia estaba bombardeando Kiev, lo sentí como si estuvieran bombardeando Madrid o Barcelona. Cogí el primer vuelo que pude, junto a Agus Morales, y viajamos a Polonia para después cruzar la frontera y entrar en Ucrania.

Tras realizar un reportaje sobre el éxodo de miles de ucranianos que huían de las zonas que estaban siendo atacadas por el ejército de Putin, salimos del país por la frontera con Hungría, y tras regresar a Barcelona durante unos pocos días regresé a Ucrania, esta vez a través de Rumanía y junto al fotoperiodista Pablo Tosco. 

Después de trabajar en el sur, en Odesa y Mykolaiv, finalmente pude llegar a Kiev. Mi objetivo allí era ver y documentar las consecuencias de la invasión en caso de que los rusos se retirasen de las ciudades cercanas a la capital. Ese repliegue finalmente llegó a finales de marzo, y poco después pude acceder a Bucha, un municipio pegado a Irpin que supuso el frente de batalla entre los ejércitos ruso y ucraniano durante el mes que permanecieron allí las tropas de Moscú. 

Las personas que no tenían tiempo ni medios para huir permanecieron aisladas, prácticamente sin comunicación con el mundo exterior. Allí estaban confinadas, sufriendo una violencia y un miedo que sólo se conocerían tras la retirada de las tropas rusas. Aquellos fueron los días más oscuros de Bucha. Tras la ocupación, salieron a la luz los detalles de las ejecuciones, los asesinatos y los abusos. Este ensayo fotográfico captura los días y semanas posteriores, escenas que evidencian un rastro de crímenes de guerra. Las imágenes de este ensayo captan uno de los capítulos más oscuros de la invasión rusa de Ucrania. 

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