Esta semana ha aumentado el temor a que el alto el fuego alcanzado en Líbano por Israel y la milicia chií Hezbolá pueda quebrarse, después de que Israel lanzara una mortífera ola de ataques aéreos este lunes, la mayor desde que se alcanzó el pacto la semana anterior. Al menos una decena de personas han muerto en esos bombardeos, según las autoridades libanesas. Israel aseguró que la ofensiva iba dirigida contra combatientes e infraestructuras de Hezbolá en el sur de Líbano. Antes, la milicia chií había lanzado dos disparos de mortero contra una base militar israelí en una zona fronteriza, en respuesta, según dijo, a “repetidas violaciones” del alto el fuego por parte de Israel. El cese el fuego alcanzado la semana pasada ha estado salpicado de ataques puntuales por ambas partes, aunque EEUU y Francia, que vigilan su cumplimiento, sostienen que “en general” se está respetando. El acuerdo establece que las fuerzas israelíes deben retirarse en un plazo de 60 días, al tiempo que Hezbolá debe cesar su presencia armada en las cercanías de la Línea Azul, la frontera de facto entre Líbano e Israel. 

Mientras tanto, la ofensiva israelí prosigue sin descanso en la asediada Franja de Gaza. Está semana, la agencia de la ONU para los refugiados palestinos (Unrwa) anunció que suspende la entrada de ayuda a través del paso principal entre Israel y la Franja por problemas de seguridad, después de que dos convoyes fueran saqueados por bandas armadas cerca del cruce de Karem Shalom. Y también esta semana la oenegé World Central Kitchen, del cocinero José Andrés, anunció que pone en pausa sus operaciones de ayuda en Gaza después de que uno de sus vehículos fuera alcanzado por un proyectil israelí que acabó con la vida de cinco personas, dos de ellos empleados de la organización. Esta misma organización ya había sufrido un ataque el pasado abril que acabó con la vida de siete de sus trabajadores.