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La tregua entre Hamás e Israel se mantiene contra los elementos, aunque siempre está al borde del colapso. Hamás entregó esta semana cuatro ataúdes a Israel y el sábado debe liberar a seis rehenes más a cambio de alrededor de 2.000 presos palestinos en cárceles israelíes.
La cuestión de la entrega de cadáveres tiene un alto valor sentimental y político en Israel. Junto a los de un anciano, se suponía que se trataba de los restos de una madre y sus dos hijos pequeños: la familia Bibas. Las crueles imágenes de su secuestro dieron la vuelta al mundo.
Israel ha dicho que el cadáver de la mujer no es el de Shiri Bibas, sino el de una gazatí, y que eso constituye una violación de los términos pactados. Hamás afirma que los rehenes murieron en un bombardeo israelí y admite que pudo haber cometido un error al recogerlo entre los escombros.
De las 251 personas que fueron trasladadas a Gaza tras el ataque del 7 de octubre de 2023, que dejó 1.195 víctimas, la mayoría civiles, Israel calcula que unas sesenta siguen vivas en manos de Hamás tras los sucesivos intercambios.
Por ahora, la tregua, que vuelve a estar en vilo, ha supuesto algunas mejoras, mínimas, en la situación de la población civil gazatí. Israel está permitiendo que algunos bulldozers egipcios entren en Gaza para comenzar a retirar, simbólicamente, escombros en la Franja. También permite que 50 personas palestinas necesitadas de cuidados médicos salgan a Egipto por día. Las necesidades son infinitamente mayores y su continuidad depende de la tregua, muy inestable y cuestionada por Israel, que ha amenazado en varias ocasiones con continuar la guerra.
La saga continuará.
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