Colombia vive una de sus peores crisis humanitarias y de seguridad de los últimos años en la región del Catatumbo, fronteriza con Venezuela. Al menos 80 personas han muerto y hay más de 30.000 desplazados por enfrentamientos entre grupos armados, principalmente el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y disidencias de las FARC. El lunes, el Gobierno de Gustavo Petro decretó el estado de conmoción interior por los combates, que han convertido estas zonas estratégicas en campos de batalla. Mientras muchas personas han huido hacia lugares como Cúcuta o incluso a Venezuela, el presidente ha prometido una respuesta contundente: “El ELN ha escogido el camino de la guerra y guerra tendrá”.
El conflicto evidencia la evolución de las guerrillas hacia organizaciones narcoarmadas y plantea retos para el Gobierno, que había intentado negociar con estos grupos sin éxito. La violencia se ha recrudecido también en la región suroriental de Guaviare, donde los enfrentamientos entre disidencias de las FARC han suscitado a su vez el temor a que se produzcan desplazamientos masivos.