Empezamos en Venezuela, donde Nicolás Maduro tomó este viernes posesión como presidente del país por otros seis años pese a las acusaciones de fraude electoral. El mandatario chavista juró su cargo en una investidura que, para la oposición y para un gran número de países, carece de legitimidad: el mandatario no ha llegado a mostrar actas electorales que prueben su victoria en los comicios presidenciales de julio de 2024, pese a los requerimientos de la oposición y de buena parte de la comunidad internacional. La oposición liderada por Edmundo González Urrutia recopiló el 85 % de las actas originales que, de acuerdo a la verificación de organismos internacionales, reflejan la victoria de este candidato con cerca del 67 % de los votos. El jueves, González Urrutia participó en un acto en República Dominicana “en favor de la democracia” en Venezuela, y aseguró que regresaría a su país para asumir la presidencia. No obstante, el viernes fuentes cercanas al líder opositor indicaron que seguía en República Dominicana.
Con Venezuela sumida en una profunda crisis política, buena parte de la comunidad internacional no reconoce a Maduro como presidente. Quienes sí lo hacen son una veintena de países, entre ellos Nicaragua, Bolivia, Honduras, Rusia y China. Edmundo González, mientras tanto, defiende que él es el legítimo presidente electo de Venezuela. Entre los países que le han expresado su apoyo se encuentran Estados Unidos, Canadá, España, Argentina, Uruguay, Paraguay o Chile. El viernes, coincidiendo con la toma de posesión de Maduro, el Gobierno de Joe Biden anunció nuevas medidas contra su régimen y elevó a 25 millones de dólares la recompensa por información que lleve a la captura del mandatario chavista. También la Unión Europea criticó a Maduro por carecer de “legitimidad democrática” y sancionó a 15 cargos venezolanos por “socavar la democracia, los derechos humanos y el Estado de Derecho”.