Esta semana miramos a Francia por dos sentencias judiciales. Por un lado, Dominique Pellicot ha sido condenado a 20 años de prisión tras ser declarado culpable de haber drogado y violado repetidamente a su esposa durante años, junto con otros 50 hombres a quienes permitía participar en los abusos. En total, los acusados suman más de 400 años de cárcel. La sentencia, con un fuerte impacto social y mediático, subraya la gravedad de los crímenes cometidos y marca un paso importante en la lucha contra la violencia sexual en Francia. “Pienso en las víctimas no reconocidas, compartimos la misma lucha”, dijo Gisèle Pellicot, tras conocerse la sentencia. Ella ha jugado durante el proceso un papel crucial a la hora de visibilizar el caso y mandar un mensaje a las víctimas de la violencia sexual: “La vergüenza es para ellos, no para nosotras”.

Por otro lado, Nicolas Sarkozy, expresidente del país, ha sido condenado definitivamente por corrupción y tráfico de influencias a tres años de prisión, de los cuales cumplirá uno en arresto domiciliario con brazalete electrónico. Esta sentencia también lo inhabilita políticamente por tres años. El caso Bismuth reveló un pacto de corrupción entre Sarkozy, su abogado y un magistrado. A pesar de aceptar la condena, recurrirá al Tribunal Europeo de Derechos Humanos alegando inocencia.