Así cayó Bashar al Asad

Los rebeldes derrocan el régimen de la dinastía Asad, que gobernó Siria durante 53 años

Así cayó Bashar al Asad
Un cartel con la imagen del presidente sirio Bashar al Asad lleno de disparos en la fachada de la oficina provincial de Hama, después de que esta ciudad fuera tomada por los rebeldes. 6 de diciembre de 2024. Omar Albam / AP

Okba Mohamed, periodista sirio exiliado en España, ha reconstruido la caída de Asad a partir de testimonios y fuentes en Siria. También ha visitado la embajada siria en Madrid para escribir esta pieza.

Abrazos, disparos al aire, fuegos artificiales y cánticos resonando en las mezquitas y las calles sirias, con un trasfondo de incertidumbre. La mayoría de los ciudadanos sirios, tanto dentro como fuera del país, no durmieron en la noche del 7 al 8 de diciembre: el régimen de Bashar al Asad había caído.

«Había mucha gente de fuera de Damasco. Nos dirigimos a la Plaza de los Omeyas, donde se congregaban multitudes celebrando. La alegría en los rostros de la gente es indescriptible. Cualquiera en la calle nos saludaba”. 

Motaz Al Hashish, periodista local de Daraa (sur de Siria), partió rápidamente hacia Damasco en las primeras horas del día 8. Ya desde la capital, me hizo este relato por una grabación a través de WhatsApp. 

“Entramos en la sede de la radio y televisión. Nunca pensamos que alguna vez pondríamos un pie en ese lugar. Horas después llegó Hayat Tahrir al-Sham (HTS), tomó el control de todo e impidió la entrada a todo el mundo excepto a los periodistas. Más tarde, Al Golani llegó y se dirigió a la mezquita de los Omeyas».

Al mediodía, Ahmad Al-Sharaa, conocido como Abu Mohammed Al Golani, llegó a Damasco en medio de la conmoción y el júbilo popular. Al entrar en la capital, el líder de HTS se arrodilló en un gesto de agradecimiento. Poco después, la cara visible de la operación rebelde que ha acabado con Asad se dirigió a la histórica mezquita de los Omeyas, donde cientos de personas se congregaron a su alrededor. Y proclamó:

«Convirtieron a Siria en un campo para las ambiciones iraníes. Propagaron el sectarismo, fomentaron la corrupción y transformaron nuestro país en la mayor fábrica de captagón [una anfetamina que se convirtió en un multimillonario negocio en Siria] del mundo. Pero esta victoria, gracias a Dios, marca una nueva era histórica para toda la región».

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