La guerra afgana se oye menos, pero cada vez mata más. Al menos 80 personas han muerto y 231 han resultado heridas en un doble ataque suicida en Kabul contra la minoría hazara, que profesa el chiísmo.
¿Quién hay detrás de este ataque terrorista? ¿En qué momento llega? ¿Quiénes son los hazaras? ¿Adónde va Afganistán tras la salida del grueso de las tropas internacionales? ¿Por qué la población afgana es una de las más castigadas del planeta? Repasamos con nuestras habituales 5W el último ataque en Kabul.
WHO?
Estado Islámico, hasta ahora confinado en Afganistán a la provincia oriental de Nangarhar, ha reivindicado el atentado. El movimiento talibán, que en el pasado ha lanzado terribles ataques contra las minorías de Afganistán, ha negado estar implicado en el ataque.
El objetivo eran los hazaras, una minoría chií que intenta sobrevivir en un país predominantemente suní y que supone aproximadamente un 9% de la población total. Fue y es una de las comunidades más castigadas por los talibanes, tanto cuando estaban en el poder como cuando las tropas estadounidenses los desalojaron de Kabul tras el 11-S. Entre los afganos que el año pasado cruzaron Pakistán, Irán y Turquía para intentar subirse a un bote y llegar a Lesbos y luego al norte de Europa, había una gran cantidad de hazaras. Los olvidados entre los olvidados.
WHAT?
El atentado tuvo lugar en una manifestación de los hazaras contra el desvío de una línea eléctrica que evita la bella provincia de Bamiyán, donde esta comunidad tiene una presencia importante. Una muestra de la discriminación que sufren, también, por parte de las autoridades.
El doble ataque suicida acabó con la vida de 80 personas y dejó heridas a 231, según el Ministerio del Interior. Si se confirma la autoría de Estado Islámico, sería su primer atentado en la capital afgana. Una declaración de intenciones en una región donde actúan numerosos movimientos armados islamistas con larga tradición pero donde Estado Islámico no es percibido como un grupo autóctono.
WHEN?
La muerte de Osama bin Laden en Pakistán en 2011, el estallido de la Primavera Árabe y el repliegue de las fuerzas internacionales hizo que Afganistán cayera en el olvido. Para Occidente, se cerró en falso un capítulo histórico, pero la guerra no solo sigue en Afganistán, sino que se ha recrudecido. Según datos de la ONU, 2.412 civiles murieron y 3.556 resultaron heridos en 2009. El año pasado, las cifras habían pasado a 3.545 y 7.457, respectivamente. El foco mediático se ha desplazado, pero el descenso al caos de Afganistán no parece tener fin.
WHERE?
Con un tamaño parecido al de la península ibérica, Afganistán tiene unos 31 millones de habitantes. En esta parte del mundo, el islamismo radical se autoproclamó vencedor de la Guerra Fría, porque la Unión Soviética se derrumbó después de la guerra afgana (1979-1989). Armados por la CIA y Arabia Saudí, los muyahidines (guerrilleros islámicos) se enfrentaron con el ejército soviético. Fue el Vietnam ruso. Luego llegó el gobierno rotatorio muyahidín, la guerra civil, el régimen talibán y, finalmente, la invasión de Estados Unidos tras el 11-S. Más de tres décadas de guerra.
WHY?
El objetivo del ataque era la minoría hazara, que profesa el chiísmo. Los ataques sectarios de Estado Islámico son de sobra conocidos, pero los talibanes también han atentado en numerosas ocasiones contra esta y otras comunidades afganas. Definir a Afganistán como país fracturado es un eufemismo, desde hace demasiado tiempo.
Los analistas difieren sobre el nivel de implantación de Estado Islámico en Asia Central y el Sur de Asia, que en todo caso el grupo de Abu Bakr al Baghdadi está interesado en exagerar. La batalla está servida.
Cambian los nombres, cambian los grupos, pero el sufrimiento es el mismo para una de las poblaciones más castigadas del mundo. Durante tres décadas ininterrumpidas, Afganistán ha sido el país del que salían más refugiados, un lugar que ahora ocupa Siria. En la ruta de los refugiados a Europa los periodistas hemos podido comprobar con tristeza cómo algunos afganos se hacían pasar por sirios, porque pensaban que así recibirían mejor trato. Saben que su guerra ya no está en las pantallas.
Detrás de este atentado hay una cruda ironía. Países como el Reino Unido consideran que Kabul y la provincia de la Bamiyán —precisamente dos de las zonas donde los hazaras tienen más presencia— son lugares seguros a los que deportar a afganos. El ataque ha sido un brutal recordatorio de la realidad.