Unos dos millones de desplazados, bombardeos contra pueblos y aldeas, combates de norte a sur del país. Gobernada por una junta militar desde hace más de dos años, Birmania (Myanmar) está envuelta en una espiral de violencia que no cesa. El régimen militar llegó al poder en un golpe de Estado en febrero de 2021 que hizo descarrilar la frágil democracia birmana, expulsó del poder a la premio Nobel de la Paz Aung san Suu Kyi —que permanece encarcelada hasta hoy— y desató protestas que fueron brutalmente reprimidas: solo en las semanas posteriores al golpe, las fuerzas de seguridad acabaron con más de 800 vidas. La represión llevó a la formación de movimientos de resistencia locales, como las Fuerzas de Defensa Local (FDL) y Fuerzas de Defensa del Pueblo (FDP). Estas son consideradas el ala militar del Gobierno birmano en el exilio, y muchas han buscado el apoyo o se han integrado en milicias y guerrillas étnicas que han combatido históricamente a las todopoderosas Fuerzas Armadas (conocidas con el término birmano de Tatmadaw).
Lejos de los focos de la actualidad, los combates afectan a miles de civiles y han obligado a desplazarse a localidades enteras. La oficina de Derechos Humanos de la ONU advertía este año de que el Ejército birmano ha creado “una crisis de derechos humanos perpetua por el uso continuo de la violencia, incluyendo las muertes, arrestos arbitrarios, torturas y desapariciones forzosas” de quienes se oponen al golpe. Los enfrentamientos se han agravado desde finales de octubre, cuando una alianza de grupos étnicos armados lanzó una ofensiva coordinada contra el régimen militar en el estado de Shan, cerca de la frontera con China. A esta operación, uno de los mayores reveses contra la junta militar desde 2021, le ha seguido un recrudecimiento de los combates en numerosos puntos del país. Entre ellos está el estado de Kayah, en el este del país y fronterizo con Tailandia, uno de los primeros en levantarse contra las Fuerzas Armadas tras el golpe. Allí combaten desde hace décadas grupos étnicos, como los Karenni, cuyas milicias —ahora con el apoyo de civiles desplazados desde otras zonas del país— emplean tácticas de guerrilla para hacer frente a los soldados.
Desde enero de 2022, el fotoperiodista ítalo-británico Siegfried Modola ha logrado cubrir de forma clandestina —el régimen militar ha prohibido el acceso a los periodistas extranjeros— la lucha en este estado contra la Junta Militar. Hace un año y medio publicábamos parte de su trabajo; desde entonces, Modola ha continuado su cobertura para documentar una violencia cada vez más cruenta. “La situación en el terreno cambia continuamente. Hablamos de una guerra de guerrillas —como la del estado de Kayah— contra el Ejército”, dice. Aunque las Fuerzas Armadas ˝son superiores, tienen más hombres y más equipamiento militar”, la magnitud del movimiento de resistencia supone un serio desafío para la Junta Militar.
En esta selección de fotografías comentadas por el fotoperiodista, nos adentramos en una guerra que está hundiendo en el abismo a la población birmana.
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