Era un fotógrafo de agencia, pero lo que más le importaba era el factor humano. El fotoperiodista indio Danish Siddiqui murió este 16 de julio alcanzado por fuego cruzado mientras cubría los combates entre el Ejército afgano y el movimiento talibán. Murió haciendo lo que amaba: fotoperiodismo. Hoy le rendimos homenaje con esta pieza que repasa sus coberturas en su natal India, Bangladesh, Corea del Norte, Sri Lanka o Afganistán, donde encontró la muerte a los 38 años.
Siddiqui formó parte del equipo que ganó el Premio Pulitzer para el mejor reportaje fotográfico en 2018 por documentar en Bangladesh el sufrimiento de la comunidad refugiada rohinyá. Acudió a otros puntos calientes del globo, como el terremoto de Nepal, la guerra de Irak o las protestas de Hong Kong, pero siempre con el mismo objetivo, que va más allá del seguimiento de la actualidad: disparar fotografías para la gente común.
Este es un repaso a sus principales proyectos fotográficos y a sus imágenes más icónicas. En este tipo de piezas, acostumbramos a pedir al fotógrafo/a que comente sus imágenes en primera persona. Lo llamamos, recogemos sus impresiones y las escribimos. Esta vez no será posible. De hecho, habíamos acordado con Siddiqui publicar en las próximas semanas un ensayo fotográfico sobre su trabajo en la India durante la pandemia de coronavirus. Esas imágenes, y el resto de las que publicamos hoy, se quedan huérfanas de sus palabras, pero no de sentido, porque Siddiqui dio sentido al fotoperiodismo que hacía, y el fotoperiodismo dio sentido a su vida.
Segunda ola en la India
Antes de ir a Afganistán, su última cobertura le tocó en casa. La India se convirtió en el epicentro de la pandemia y Siddiqui recorrió el país para contarla en imágenes. Fotografió los crematorios que se reprodujeron en varios puntos de la India durante el pico de la pandemia (izquierda). Y, sobre todo, se fijó en la gente: en Manoj Kumar (centro), sentado junto a su madre mientras recibe oxígeno en su coche frente a un templo sij. O en las salas llenas de pacientes (derecha) en los hospitales indios. Memoria visual de una epidemia que será recordada en todos los rincones del planeta.
Atentado en Sri Lanka
Siddiqui cubrió los atentados terroristas contra iglesias y hoteles de la Semana Santa de 2019 en Sri Lanka. Aquí rescatamos fotografías que no buscan la sangre o el despliegue policial, sino que reflexionan sobre la pérdida. La cama de un estudiante de 14 años que perdió la vida en los atentados en Negombo. La clase a la que acudía otro niño, de 9 años, en Batticaloa. Y la pista de baloncesto en la que otro chaval de 13 años asesinado solía jugar. Retratos de personas que no están. Retratos a través de la ausencia.
El secreto del Corea del Norte
Estas fotografías, que no fueron tomadas en una guerra o en una crisis humanitaria, tienen un registro diferente. Siddiqui las sacó en Corea del Norte, un país donde el acceso a los periodistas está limitado y una vez allí son vigilados de cerca. Vemos los altos rascacielos de Pyongyang. Vemos a una militar comiendo un helado durante una visita al zoo. Y vemos los retratos de los líderes norcoreanos Kim Il-Sung y Kim Jong-il al amanecer entre edificios.
La batalla por Mosul
La cobertura de Irak fue una de las que más marcó a Siddiqui. Estas fotografías son de 2017. A la izquierda, miembros de la Policía Federal iraquí lanzan una granada de mano durante combates con Estado Islámico en el oeste de Mosul, una de las batallas más emblemáticas de la guerra. En el centro, el humo preside los combates entre las fuerzas de seguridad iraquíes y los combatientes de Estado Islámico. A la derecha, la mirada más personal: botellas de medicamentos quemadas tras enfrentamientos en Mosul.
Rohinyás sin refugio
Centenares de miles de rohinyás llegaron a Bangladesh tras las violentas ofensivas de las fuerzas de seguridad birmanas. Es uno de los movimientos de población más importantes —y más dolorosos— del siglo XXI. Siddiqui lo cubrió con un equipo de Reuters que recibió el Premio Pulitzer. A la izquierda, una refugiada rohinyá toca la orilla después de cruzar en barco la bahía de Bengala y llegar de Birmania a Bangladesh. En el centro, los refugiados en el campo de Cox’s Bazar levantan sus manos para recibir ayuda humanitaria. Siddiqui describe la escena así, según el pie de foto de Reuters: “Pasaba por uno de los campos de refugiados cuando me paré para fotografiar esta distribución de ayuda en la carretera. Cuando el reparto se volvió caótico, los voluntarios empezaron a tirar botellas de agua desde el camión a los refugiados. Me coloqué de modo que se viera el campamento de fondo y mostrar así cómo los rohinyás recién llegados vivían bajo precarios techos y necesitaban desesperadamente ayuda”. A la derecha, un joven refugiado aparece sentado por la noche frente a su tienda de campaña.
Vivir en Bombay
Estuvo en guerras, terremotos y crisis humanitarias, pero también se fijó en temas sociales que le tocaban de cerca. Residente en Bombay, Siddiqui hizo una serie de fotografías sobre la desigualdad en la megaurbe india a través de los alquileres: desde cuchitriles de 5 dólares al mes a apartamentos de más de 2.000 dólares. Rascacielos frente a barriadas de chabolas.
Afganistán
En su última cobertura, Siddiqui se empotró con un convoy de las fuerzas especiales afganas en Kandahar, una plaza fuerte tradicional del movimiento talibán. Sus fotografías muestran los momentos de tensión entre los soldados, la visión de los mercados atiborrados de gente y las redadas nocturnas.
Siddiqui murió cubriendo combates entre las fuerzas afganas y combatientes talibanes cerca del célebre punto fronterizo con Pakistán de Spin Boldak. Él y un militar afgano murieron a causa de fuego cruzado talibán, según la fuente militar citada por Reuters, su agencia de noticias.
Gracias a Siddiqui, pudimos entender qué pasa en algunas de las grandes crisis de nuestro tiempo. Gracias a Siddiqui, pudimos ver a través de la mirilla esa pequeña luz que se prende incluso en los peores momentos.