La crónica que más recuerdo sobre el levantamiento popular en Siria de 2011 es la que nunca llegué a publicar.
Releyendo todos mis artículos sobre la guerra de Siria y la llegada de refugiados a Líbano en estos últimos 10 años, recuperé aquella escena de un grupo de chavales cruzando a nado desde la orilla siria hasta la libanesa y, una vez en tierra firme, corriendo en estampida para no ser atrapados por el Ejército libanés. Mientras, mujeres cargadas de niños pequeños cruzaban el viejo puente de Al Buqaya, en la región de Wadi Khaled, ante la mirada indulgente del soldado libanés de turno. Había llegado allí en taxi, sin haber planificado nada, esperando encontrar testimonios de primera mano que relatasen lo que estaba sucediendo a pocos kilómetros, al otro lado del río al Kabir, que hace de frontera entre los dos países.