*Este es el quinto y último capítulo de La libreta siria, una cobertura desde el terreno que relata escenas de la nueva Siria tras la caída del régimen de Asad. Puedes leer los capítulos anteriores aquí.
—Ahora no se te ocurra hacer otro grafiti.
La broma de un amigo reverbera en la mezquita Al Omari, cuya piedra negra absorbe los últimos conos de luz del día. Mouawiya Syasneh le ríe la gracia, pero pronto se queda pensativo. Hace casi 14 años, Mouawiya hizo una icónica pintada al calor de las primaveras árabes en una escuela cerca de aquí: “Es tu turno, doctor”. La obvia referencia —Asad es oftalmólogo, o de eso presumía—, sin citar el nombre, causó un furor inmediato.
—Estoy orgulloso de lo que hice —dice Mouawiya, que entonces era un adolescente y ahora tiene 30 años.
Pronto se desataron las protestas contra el régimen de Asad, que tuvieron como uno de sus primeros escenarios la plaza adyacente a este templo islámico del siglo VIII. Daraa, la ciudad del sur de Siria que acoge esta mezquita cuyo minarete sufrió las bombas del régimen y ya ha sido reconstruido, pasó a ser conocida como la cuna de la revolución siria.
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