El silencio de la posguerra

Fosas comunes, barrios arrasados, ciudades reducidas a escombros... Es hora de restañar las heridas en Siria. Pero no será fácil.

El silencio de la posguerra
El 16 de diciembre de 2024 se descubrió una fosa común con decenas de cadáveres en la campiña de la provincia sureña de Daraa. Samuel Nacar

Un vecino recordaba que a menudo pasaban camiones por esta tierra yerma.

 Aquí hay algo raro.

 —Hemos encontrado una fosa común —dice Elias Alabolullah, que se identifica como médico y explica que su equipo acudió a Izraa, en la provincia sureña de Daraa, tras el aviso telefónico—. De momento han salido 24 cadáveres. Hay niños y niñas. El régimen de Asad era criminal.

 El hallazgo es reciente, los vecinos se empiezan a enterar de lo que ha pasado. La llamada sugiere que algunos ya lo intuían; igual que tantos otros sirios lo intuyen en tantos otros lugares donde se han cometido atrocidades.

 Durante el régimen de Bashar al Asad, lo más aconsejable era mirar a otro lado, no imaginar nada, abandonar las sospechas. Pero tras la caída del dictador se ha abierto la caja de Pandora de las preguntas, las denuncias, la rabia.

El doctor y su equipo abren los sudarios, rajan pantalones, buscan elementos de identificación, sacan restos humanos, los colocan en nuevos sudarios. 

En unos pocos minutos ya son 26 los cadáveres. Y aún hay trabajo por hacer.

Siria está abriendo los ojos.

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