El avance ruso en el Donbás lo marca la última estación de ferrocarril ucraniana. Durante un tiempo, el límite era Konstantinivka, pero la proximidad de los combates obligó a cerrar esa parada y poner el final de la línea en Kramatorsk, que en la actualidad dista 50 kilómetros del frente de Bajmut. Los trenes marcan esa frontera tan porosa entre la vida y la muerte. Cada día dos servicios de larga distancia de Ukrzaliznytsia, la compañía nacional, llegan casi a la primera línea de combate desde Odesa y Kiev. A bordo viajan sobre todo uniformados. Son los trenes de la guerra.
El 24 de febrero Kiev conmemoró a bombo y platillo el primer aniversario de la invasión rusa y esa semana Volodimir Zelenski recibió la visita del mismísimo Joe Biden, presidente del único país con capacidad de mantener a Ucrania en el pulso militar con Rusia. Y un presidente que, como todas las visitas VIP, también viajó por el país gracias a Ukrzaliznytsia. Los ucranianos cuentan con decenas de aliados y los mandatarios de medio mundo hacen cola para viajar a Kiev y lo hacen en tren.
En el Donbás no se celebró nada especial durante ese aniversario porque en esta parte de Ucrania la guerra estalló en 2014. Culminada con éxito la ocupación de Crimea —ante la pasividad de la comunidad internacional, la impotencia de Kiev y el apoyo local a las fuerzas de ocupación—, Moscú puso a esta zona minera fronteriza en su punto de mira y sus milicias aliadas no tardaron en hacerse con el control de la mayor parte de las provincias de Donetsk y Lugansk.
Adoro los viajes en tren. He recorrido Europa, la India, Turquía, Rusia, Cuba, Egipto o Ucrania en coches cama, pero prefiero llegar a Kramatorsk por carretera porque sigo sin entender los motivos por los que Rusia no deja fuera de servicio el principal medio para movimiento de tropas que usa su enemigo. Los soldados, armados, van y vienen del frente mezclados con civiles. Una imagen nada tranquilizadora. En el Donbás no me subo a un tren.
La estación de Kramatorsk es un gran edificio de color rojo con dos pequeñas ventanillas para la venta de billetes y una salita de espera, testigo de despedidas que los protagonistas saben que pueden ser definitivas.
Contenido solo para socios/as
Otra forma de ver el mundo es posible. Si te haces ahora socio/a, tendrás acceso ilimitado a la web, y recibirás cada año nuestra revista en papel con más de 250 páginas y un libro de la colección Voces.
Suscríbete ahora