La tensión bélica entre Israel e Irán entró anoche en un nuevo y peligroso capítulo, después de que, por primera vez en su historia, el régimen iraní lanzara un ataque militar directo contra el Estado judío. La operación, bautizada como “Promesa Vinculante”, incluyó el lanzamiento de más de 300 drones y misiles, que fueron en su gran mayoría interceptados por los sistemas de defensa israelíes con el apoyo de Estados Unidos, el Reino Unido y Jordania.

Fue una respuesta esperada al ataque, a principios de este mes, contra el consulado de Irán en Damasco, atribuido a Israel. Ese bombardeo en la capital siria acabó con la vida de siete miembros de la Guardia Revolucionaria de Irán y llevó al régimen de Teherán a anunciar represalias. Estas se esperaban y llegaron en la noche del sábado en forma de un ataque sin precedentes, muy calculado y con un gran componente simbólico, más que destructivo. Los daños que causó fueron limitados, pero dejaron en el aire un gran interrogante: ¿Cómo responderá Israel, y terminará ello de empujar a la región a una guerra abierta?

A través de nuestras tradicionales cinco W, repasamos algunas claves detrás del ataque iraní a Israel.

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El de este sábado estuvo lejos de ser un ataque por sorpresa: el régimen iraní había anunciado que habría represalias al ataque de varios cazas F-35 contra el edificio de su consulado en Damasco el pasado 1 de abril. Tanto Irán como Siria atribuyeron de inmediato aquel ataque a Israel, que no lo confirmó ni desmintió —como suele hacer cuando se trata de operaciones en Siria u otros países de la zona—. El ataque acabó con la vida de trece personas, incluidos siete miembros de la Guardia Revolucionaria de Irán, entre los que se encontraba uno de los comandantes de más alto rango de este cuerpo, Mohamed Reza Zahedi, y su número dos, Mohamad Hadi Haji Rahimi.