La foto del hijo mediano no aparece por ningún lado. Mohamed Bourkeb ha preguntado a su esposa, que se queda en casa viendo los culebrones turcos que emite la televisión tunecina mientras él echa las horas en el restaurante-café-jardín que regenta, probablemente el más refrescante de la polvorienta ciudad de Medenin. Nada.
Mohamed dice que ha interpelado también a sus hijas, a ver si entre los recuerdos de la última boda familiar a la que asistió Anuar se encontraba, por casualidad, alguna imagen suya bailando o posando. No le quedan recuerdos, asegura. Hace poco que se cambiaron de casa, así que no hay rastro de la infancia del joven. Para más inri, hacía tiempo que Anouar Bourkeb, soltero, no vivía con la familia. Se había trasladado a Túnez capital antes de salir del país: no hay esperanza de encontrar nada de su rastro.