Las dos camas de parto y el calentador eléctrico para recién nacidos están cubiertos de polvo, trozos de madera y yeso. El techo está perforado por agujeros de metralla y por un par de boquetes de mayor tamaño, por los que se cuela la luz dura de la estación seca del norte de Etiopía. El suelo es un amasijo de informes médicos revueltos entre telas sucias, cajas de medicamentos y materiales, como un medidor de presión arterial, hechos añicos.
Son las consecuencias de la guerra en el país más poblado del Cuerno de África, Etiopía, que durante los últimos años había dado señales de optimismo por la concesión del Premio Nobel a su primer ministro, su papel activo en la política regional y la mejora de su economía. Una guerra con ramificaciones en su vecindario pero de raíz interna, porque las tropas etíopes luchan contra…
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