Ahmed Rashid (Rawalpindi, Pakistán, 1948) es una de las voces con más autoridad sobre yihadismo en Afganistán, Pakistán y Asia Central tras una intensa vida como revolucionario marxista en las montañas de Baluchistán, corresponsal de guerra en la región y escritor de libros (Los Talibán, Descenso al caos) que se han convertido en obras de referencia. Nos atiende en agosto, en medio de su receso veraniego en España, país al que está vinculado desde hace décadas debido a su matrimonio con una alicantina, aunque su residencia habitual permanece en la vibrante y populosa Lahore, capital cultural paquistaní. Mientras sorbe un café con leche, analiza el futuro de los talibanes en Afganistán y los movimientos sísmicos que se están produciendo en el mundo islámico.
¿Te sorprendió que el Gobierno de Afganistán anunciara en julio la muerte del líder de los talibanes, el mulá Omar, dos años después de que hubiera ocurrido?
El anuncio de su muerte fue lamentable. Creo que Pakistán tuvo mucho que ver en que los talibanes no lo anunciaran. El Gobierno de Afganistán se vio obligado a hacerlo porque había ya muchas filtraciones y muchas facciones talibanes estaban abandonando: el Movimiento Islámico de Uzbekistán, otro grupo que se unió a Estado Islámico (EI), otro de Yalalabad… Adujeron su marcha a que el liderazgo les estaba mintiendo. Los talibanes estaban bajo una gran presión. Todo el mundo tuvo parte de culpa en el enredo. Pakistán quería ocultarlo porque le preocupaba que hubiera una fragmentación de los talibanes. El Gobierno afgano no supo manejar la situación. El sucesor del mulá Omar, Akhtar Mansoor, quería obviamente consolidar su posición y por eso no se lo dijo a nadie. Ahora parece que los talibanes, que siempre fueron tan islámicos, tan puros y honestos han incurrido en una sarta de mentiras que ha afectado seriamente a su credibilidad. No sé si serán capaces de recuperarse.
En torno al mulá Omar ha habido dudas incluso sobre su presencia en Pakistán. Los talibanes lo han negado.
Eso no tiene sentido. Murió en el hospital Aga Khan de Karachi. El yihadista Yalaludin Haqqani también estuvo en ese hospital antes de ser trasladado a Arabia Saudí. El Ejército paquistaní siempre ha utilizado este hospital. Tiene los mejores médicos del país.
Afganistán tiene por fin un proceso de paz después de años de intentos fallidos. Da la impresión de que Pakistán se ha implicado esta vez y desempeña un papel activo que favorece el proceso. ¿Adónde pueden llevar estas negociaciones?
Creo que estratégicamente el Ejército paquistaní, que dirige las políticas exterior y de seguridad del país, ha cambiado de dirección y por primera vez apoya el proceso de paz en Afganistán. Son todavía esclavos de dos contradicciones. La primera es que no quieren presencia de la India en suelo afgano, pero esto es muy complicado pues la India, guste o no, es un actor importante allí. Ha donado 2.000 millones de dólares para ayuda humanitaria y para la reconstrucción. Eso no puede ser ignorado. Es más popular en Afganistán de lo que es Pakistán. El Ejército paquistaní tiene que encontrar acomodo en este contexto. La segunda contradicción es qué tipo de influencia quieren que tengan los talibanes en el Gobierno de Kabul, algo que todavía no ha sido decidido. Las Fuerzas Armadas de Pakistán están divididas sobre el papel de los talibanes en el supuesto escenario de que haya un alto el fuego y comiencen negociaciones acerca de un acuerdo constitucional, elecciones, una Loya Yirga (asamblea de líderes tribales)… Creo que estratégicamente han decidido que quieren la paz en Afganistán pero tácticamente están confundidos y divididos.
El nivel de la violencia en Afganistán es más alto que nunca. Están muriendo más civiles que en años previos. Hay ataques casi cada semana en Kabul. ¿Forma parte de la estrategia de los talibanes para tener una posición más robusta en las negociaciones con el Gobierno afgano?
En buena parte por decisión de la cúpula de los talibanes, esta ha sido la ofensiva más dura de la que yo tenga conocimiento desde 1993 [en 1994, el movimiento talibán se constituye de forma oficial]. Es una ofensiva muy seria. Se debe por un lado a que quieren tener una posición negociadora más fuerte. Pero también han perdido cierto control sobre los combates. Por ejemplo, muchos de los comandantes en el norte de Afganistán no tienen ya nada que ver con los talibanes afganos. Son uigures de China, milicianos del Movimiento Islámico de Uzbekistán, grupos centroasiáticos, chechenos, paquistaníes… Hay cabecillas talibanes que están en contra de las conversaciones de paz y que están intensificando la lucha y los atentados de manera deliberada para asegurarse de que la cúpula fracasa en las conversaciones.
Se ha especulado sobre cómo la muerte del mulá Omar afectará en el futuro inmediato a los talibanes. Al mismo tiempo, en los últimos meses se han registrado algunas acciones en Afganistán de supuestos combatientes de Estado Islámico (EI) o adeptos a ese movimiento. ¿Ves la amenaza de EI en Afganistán como algo real y crees que hay probabilidad de que se expanda en el Sur de Asia?
Creo que EI todavía acaba de llegar. Hasta el anuncio de la muerte del mulá Omar en Afganistán, hubiera dicho que llevará mucho tiempo hasta que se consolide en Afganistán y Pakistán. Recordemos que Afganistán y Pakistán han tenido grupos extremistas durante los últimos treinta años. Esto no es como Oriente Medio, donde el extremismo fue suprimido y de repente ha florecido desde abajo. Aquí hemos estado lidiando con el integrismo desde la década de los ochenta. Y ninguno de estos grupos (los talibanes afganos, paquistaníes; Lashkar-e-Toiba, Lashkar-e-Jhangvi) están preparados para renunciar a su liderazgo en favor de un movimiento externo liderado por árabes. Dicho esto, ahora que el mulá Omar está muerto, EI tiene cierto gancho, sobre todo entre aquellos afganos que están enfadados con la cúpula por ocultar la muerte del líder de los talibanes. Hay talibanes que están hartos de la cúpula, frustrados, que creen que todo el mundo les ha mentido y ven en EI una organización pura y limpia por la que tomar partido. También hay un asunto de financiación. Si EI ofrece dinero, creo que habrá una sección importante de los talibanes más jóvenes que se unirá a ellos. Pero de momento, [el califa Abu Baker al] Bagdadi no ha nombrado un representante oficial de EI en Afganistán y Pakistán. Hasta que no haya un grupo como en Libia y otros lugares no veo a EI capaz de propagarse de la manera impactante en que lo ha hecho en Siria e Irak.
“Hay talibanes hartos de mentiras que ven en Estado Islámico una organización limpia”
La muerte del mulá Omar ha sido un punto de inflexión. Después de tantos años cubriendo esta región, ¿cómo analizas esta figura tan enigmática? ¿No era muy acorde al mundo actual, no?
Desde luego, no hay duda al respecto. Nunca volvió a aparecer en público tras el 11-S. Desde que abandonó Afganistán nadie lo vio. En estos tiempos, tener un liderazgo que es invisible no es realista. Mira sin ir más lejos el uso de las redes sociales que hace EI. Los talibanes solo empezaron a hacerlo recientemente, antes prohibían la televisión, el vídeo, etc. Pero el mulá Omar ha desempeñado un papel fundamental en mantener a los talibanes unidos y la presión sobre EEUU y el Gobierno afgano. No creo que ningún otro líder hubiera sido capaz de hacerlo. Ha vivido básicamente del prestigio de un tiempo anterior, cuando los talibanes gobernaban Afganistán [entre 1996 y 2001]. Pero no estaba haciendo nada nuevo, vivía del pasado. Ahora es un momento crucial para los talibanes. Hay que ver si serán capaces de estar unidos bajo el nuevo líder, si la cúpula será madura e incluyente y podrá aglutinar a todas las facciones.
Las autoridades de Pakistán guardaron silencio total durante la crisis abierta por la muerte del mulá Omar. ¿Fue algo comparable a la muerte de Osama bin Laden?
Sí, creo que el Gobierno de Pakistán estaba profundamente avergonzado porque el mulá Omar estuvo en su territorio durante diez años. Estuvieron constantemente negando este extremo, pero finalmente murió allí y Pakistán no dio ninguna información al respecto. El Ejército de Pakistán ha estado intentando influir en la cúpula de los talibanes para tener un nuevo líder afín a sus intereses. Esto es un error tremendo. Pakistán ha estado jugando a varias bandas: con los afganos, con el pueblo paquistaní, con los talibanes… Y ahora está avergonzado. ¿Cómo pudo pensar el Ejército de Pakistán que podría mantener esta farsa sobre alguien que murió hace dos años? Iba a salir a la luz tarde o temprano.
¿Cuánta gente sabía de su muerte?
Sé que su hijo y su hermano informaron a ciertos mandos talibanes. Está claro que gente del servicio secreto paquistaní (ISI) lo sabía. Lo sorprendente es que EEUU no lo supiera. ¿Cómo es posible? Para mí eso es aún más lamentable.
¿Pero está claro que EEUU no lo supiera?
No puedo creer que si Pakistán lo sabía, EEUU no tuviera conocimiento. En algún nivel de la CIA se debería haber sabido. Pero no solo eso… ¿qué pasa con Haqqani? Murió hace un año… ¿Y tampoco sabía nada EEUU? En caso de que no lo supieran todo el mundo debería entristecerse dentro de la CIA porque se trata de una organización incompetente. En caso de que sí lo supieran, es un error fatal no haberlo anunciado. ¿Por qué no lo hicieron? ¿Para proteger a Pakistán? ¿Para proteger a Mansoor, el sucesor del mulá Omar? No puedo entenderlo. Podrían haber debilitado a los talibanes hace dos años, antes de las elecciones en Afganistán. Anunciar que el mulá Omar había fallecido podría haber provocado una fragmentación en los talibanes.
“No sé si los talibanes serán capaces de recuperarse de la muerte del mula Omar”
El año pasado, el Ejército de Pakistán lanzó una operación en la región tribal de Waziristán del Norte, considerada el principal feudo de la insurgencia local y de los grupos que atacaban a las tropas internacionales en Afganistán ¿Cómo la analizas con perspectiva?
No hay duda de que en Waziristán del Norte había una concentración de todos los grupos insurgentes. Cuando el primer ministro paquistaní, Nawaz Sharif, accedió al poder en 2013, dijo que quería mantener conversaciones de paz con los talibanes paquistaníes, pese a la oposición del Ejército. Esto resultó ser un desastre, se perdieron seis meses. El Ejército estaba muy a favor de entrar en Waziristán del Norte, que era lo que quería la población paquistaní. La gente quería ver acciones contra los tipos que estaban perpetrando los atentados suicidas. La operación lleva más de un año y de momento no sabemos qué ha sucedido porque hay un auténtico agujero negro informativo. El Ejército no da ruedas de prensa, no lleva a periodistas empotrados a la zona… Ha habido un cambio en la actitud. El nuevo jefe militar [Raheel Sharif] es muy reacio a la prensa. No le gustan los medios de comunicación. Nunca se reúne o tiene conversaciones con periodistas. Esto es una completa falta de miras porque Pakistán no es una dictadura fascista. Aquí tienes que interactuar con la sociedad civil, con la prensa, con las organizaciones no gubernamentales y con la gente que está trabajando en la zona. Pero él solo mantiene reuniones con militares.
¿Pero al menos en el plano militar se ha actuado bien entrando en Waziristán del Norte?
Lo que ha sucedido es que no había nadie al otro lado para detener a los talibanes que escapaban hacia Afganistán. Deberíamos haber lanzado esta operación hace dos años, cuando EEUU todavía estaba allí para que hubieran desplegado una fuerza que bloqueara a los talibanes que escapaban. Los talibanes afganos y paquistaníes, así como todo el resto de centroasiáticos, se han marchado de Waziristán del Norte a Afganistán. Están en las provincias de Kunar, Badakhshan, Nuristán… ahora hay una gran concentración de talibanes foráneos en el este de Afganistán. Y esto ha sido un gran error táctico porque obviamente estos grupos vuelven a Pakistán, golpean objetivos y después regresan a Afganistán.
Desde la muerte de Bin Laden, EEUU ha disminuido mucho su atención sobre Afganistán y la región. También ha reducido mucho la presión sobre Pakistán.
EEUU está abandonando la región estratégicamente. Se están retirando de Afganistán y Pakistán. No tienen ningún interés ya en esta región. Quieren concentrarse en China, el Sureste Asiático, Oriente Medio, etc. Hay una falta de compromiso con esta región.
Esta falta de compromiso ha sido criticada a menudo. Hemos visto que las dos principales campañas militares lanzadas por EEUU la década pasada (Afganistán e Irak) han fracasado. ¿Crees que ello disuade a Washington a la hora de desempeñar un papel más importante en la lucha contra EI?
Creo que la Administración Obama está tratando a toda costa de evitar un compromiso firme. Los estadounidenses están ganando tiempo. Confían en que los turcos y los estados árabes aprueben el envío de más tropas. La principal crisis no es que hayan evitado desplegar tropas en el terreno, sino que han evitado cualquier iniciativa diplomática. Se necesita una iniciativa diplomática para unir a los árabes. Hablan de una coalición de sesenta países, pero ¿cuántos de esos países están luchando en la actualidad? Necesitas que los árabes lideren esa coalición, necesitas tropas árabes sobre el terreno y para posibilitar eso necesitas una gran iniciativa diplomática por parte de EEUU, la OTAN, Europa. Y no la estamos viendo. Obama tiene una política nueva cada día. No hay nada consistente.
No hay nada consistente, aunque también has mencionado en alguna ocasión que esto es una guerra dentro del islam, por lo que EEUU no debería desempeñar el papel principal.
Eso es muy importante. Esta es una guerra sectaria dentro del islam y hemos presenciado una escalada de las hostilidades tanto en el bando iraní como en el árabe del conflicto, que está separado de Estado Islámico… Pero EI, con sus matanzas de chiíes y minorías, ha alentado obviamente el conflicto sectario. Es por eso que en mi opinión Occidente no debería desempeñar el papel principal, aunque sí un papel importante. Tiene que apoyar con fuerza aérea y poner en marcha una coalición de países que estén dispuestos a enviar tropas al terreno. A ver si Turquía está dispuesta… Deberíamos ver a los estadounidenses hablar con Jordania y Arabia Saudí y con otros países que puedan poner tropas para combatir a EI. Lo que sucede en Siria es que tienes a Al Qaeda (Frente al Nusra) o a EI. En otras palabras, solo tienes la opción de dos grupos extremistas que van a conquistar el poder en Siria en un determinado momento, seis meses o un año. Es una situación muy peligrosa.
Has comparado de manera recurrente la irrupción de EI con los talibanes más que con Al Qaeda. Tanto los talibanes como EI nacieron en un contexto de dura guerra civil. ¿Qué diferencias y similitudes hay entre estos actores?
En primer lugar, los talibanes eran un grupo extremista autóctono. No estaban interesados en una yihad global. Querían conquistar territorio, crear un bastión en su propia zona. EI es muy similar en ese sentido. En estos momentos al menos no está abogando por una yihad global, quiere ganar territorio, ocupar Oriente Medio, que un califa sea el jefe del mundo islámico, etc. Se puede decir que apoyan los actos de violencia de los llamados lobos solitarios, pero no creo que estén urdiendo y planeando ataques catastróficos como el 11-S contra Occidente. Creo, sin embargo, que Al Qaeda sí que está todavía planeando esto y tiene capacidad para hacerlo. Estos tipos están intentando consolidar un reclutamiento. Miles de jóvenes de Occidente se han unido a EI, de manera que utilizan los ataques en Europa y EEUU como reclamo, para mostrar su fortaleza. Pero no me parece que crean en la yihad global. Quieren conquistar Oriente Medio completamente y destruir la fronteras coloniales, entre Siria, Irak, Líbano, Jordania, Arabia Saudí… Son muy similares a los talibanes.
Parecen muy sofisticados en la manera en que progresan, su maquinaria de relaciones públicas… Es sorprendente que nadie hubiera predicho que un fenómeno así podría emerger.
Creo que esto lo han aprendido también de los talibanes. Los talibanes reclutaron rápidamente a afganos del Ejército comunista afgano que habían sido derrotados. No sabían cómo manejar tanques, operar redes inalámbricas, usar artillería… por lo que con ayuda de los servicios secretos de Pakistán reclutaron a cientos de oficiales que combatieron en su bando. Estado Islámico ha hecho exactamente lo mismo, ha reclutado a gente del régimen de Sadam Husein, incluidos generales. Pero también les han dado posiciones de liderazgo, algo que los talibanes nunca hicieron. Esto ha hecho que aumente la lealtad y los ha convertido en un movimiento más sofisticado. También suman todos esos extranjeros cualificados que se están incorporando: médicos, profesores, expertos en informática…
“Estado Islámico ha aprendido muchas cosas de los talibanes”
Mencionas que los objetivos de Al Qaeda y EI son distintos, pero muchos observadores tienden a ponerlos en contraposición. Y en estos momentos rivalizan en algunas áreas. ¿Crees que después de un tiempo podrían llegar a ser compatibles, coexistir e incluso cooperar?
Al Qaeda va estar en competición con EI por un tiempo. Creo que el régimen de Asad puede colapsar en unos seis meses. EI ocupará la parte de Siria que tiene actualmente el régimen de Asad, pero esencialmente habrá una carrera por Damasco entre ambos actores. Creo que los estados árabes, del Golfo y Arabia Saudí están ayudando a Al Qaeda. Hay una situación muy extraña ahora. Hace un año Al Qaeda era el enemigo de Arabia Saudí y hoy está ayudando a combatir a los chiíes, a los hutíes en Yemen… y también están siendo armados por los saudíes en Siria. Riad no quiere que EI tome control en Siria porque lo ven como una amenaza mayor, así que de manera coyuntural se alían con Al Qaeda. Es una política muy arriesgada, que podría desmoronarse en cualquier momento. Pero si lo piensas, la alianza entre el wahabismo saudí y el wahabismo-salafismo de Al Qaeda es natural, mientras que la alianza entre el wahabismo saudí y los cambios radicales que quiere introducir EI no lo es.
¿Y Arabia Saudí? ¿Cuál crees que ha sido su papel a la hora de alimentar las expresiones de extremismo suní en las últimas décadas?
Arabia Saudí ha desempeñado un papel muy negativo y no veo que haya un cambio en su política relativa al wahabismo. El wahabismo es una interpretación extremista del islam suní que ha estado en el corazón de todas las expresiones de extremismo suní desde la revolución iraní de 1979, pero los saudíes no se han dado cuenta de la amenaza que ello supone y que lesiona a la propia Arabia Saudí. Ellos se meten en este conflicto con Irán y acusan a los chiíes de tener la culpa de todo. Los chiíes, especialmente los iraníes, tienen muchas ambiciones geopolíticas en Oriente Medio, pero los saudíes tienen que aceptar que han desempeñado un papel muy negativo.
¿Va para largo la amenaza de EI?
La amenaza está ahí en estos momentos porque no hay una fuerza militar potente que luche contra ellos. El Ejército iraquí está siendo repelido una y otra vez. Siria está al borde de la desintegración. EI opera en este vacío militar. Oriente Medio nunca se había visto en esta situación.
¿Puede ser determinante Turquía para resolver esta situación?
Turquía está atrapada en su propia obsesión con los kurdos. No hay duda de que el nuevo mapa de Oriente Medio, incluso en caso de que el día de mañana EI sea derrotado, tendrá que incluir un Estado kurdo independiente. Los kurdos sirios, iraquíes e iraníes se pondrán de acuerdo para formar un Estado kurdo que será apoyado por Occidente, porque los kurdos están luchando contra EI y contra el extremismo. Turquía tiene que entender que este es el futuro. El futuro no pasa por seguir cargándose a los kurdos. En todo caso, la decisión de Turquía de crear una zona de exclusión aérea en el norte de Siria para los aviones de combate de EEUU es un gran paso.
El mundo islámico está ciertamente agitado y lo que estamos viendo con EI es que tiene mucha influencia en todo el planeta. ¿Crees que un país como Bangladesh, tan poblado y con una mayoría musulmana tan grande, donde en los últimos meses varios blogueros ateos han sido apuñalados por integristas, podría convertirse en objetivo de grupos como EI y Al Qaeda?
Bangladesh tiene un par de problemas. El primero es la disputa entre la primera ministra, Sheikh Hasina, y la líder opositora, Khaleda Zia, que no quieren llegar a ningún tipo de compromiso para fortalecer la democracia. El otro asunto es la política de castigar a aquellos que apoyaron a Pakistán durante la guerra de 1971 [sobre todo líderes islamistas]. Creo que esta política llega demasiado tarde y es demasiado extrema para algo que sucedió hace 44 años. Lo que se necesita ahora en el país es un proceso similar al movimiento sudafricano de reconciliación. Tienes que unir a los bangladesíes. Los que estuvieron implicados en masacres deberían reconocerlo, pero se necesita un proceso de reconciliación. No creo que sentenciar ahora a muerte a gente sea la solución. Bangladesh es un país secular, no es un país extremista. No tiene ni una décima parte de los grupos integristas de Pakistán, pero vas a fomentar la aparición de estos grupos con las políticas actuales, que creo que son muy negativas.
Tienes un pasado de activismo en Pakistán. ¿Cómo ves ahora con perspectiva el Baluchistán en el que pasaste parte de tu juventud y el Baluchistán actual?
Cuando yo me impliqué en Baluchistán éramos revolucionarios marxistas. Queríamos poner en marcha una revolución en todo el país. No apoyábamos el separatismo. Desafortunadamente, el movimiento baluchi, fundamentalmente por la presión constante del Ejército y las políticas negativas del Estado, se ha dirigido hacia el separatismo como única respuesta. Francamente, no creo que Baluchistán sea viable como un Estado independiente. Tienes una vasta extensión de territorio con solo cinco millones de habitantes baluchis que están siendo superados en número por los pastunes, talibanes y otros… Los milicianos baluchis no hacen un análisis adecuado del Baluchistán de hoy en día, que es totalmente distinto al de la década de 1970, cuando yo estuve allí, y al de la década de 1980 y 1990. Hoy hay una gran población pastún, ¿qué vas a hacer con ella? No puedes matarlos a todos. Esa política de matar punyabíes y otros foráneos ha sido muy negativa. Tienes que arreglártelas para vivir con ellos. El Gobierno ha actuado fatal con los baluchis, ahora llevan ya sin una estrategia durante los últimos diez años. La insurgencia ha durado demasiado, pero al mismo tiempo creo que la estrategia separatista de los baluchis no ha sido muy positiva.
Han pasado muchas cosas en Pakistán desde aquella década de 1970. Esa revolución que intentaste debe parecer un sueño hoy cuando se mira la situación. El Ejército es muy poderoso, ha aumentado el integrismo islámico… ¿Cómo están las cosas en tu ciudad de residencia, Lahore?
El Ejército paquistaní es diez veces más poderoso ahora. La izquierda no existe, ha sido destruida. El movimiento estudiantil, obrero, no existe y, si existe, está controlado por los integristas. El extremismo es ahora la normalidad en Pakistán. Hay un florecimiento de grupos y partidos que apoyan una agenda islamista. Pakistán está dando un gran paso hacia atrás, no camina hacia delante. Lahore es el centro de las milicias que se oponen a la India. Permanece más tranquilo que otros lugares pero eso es solo porque estos grupos están controlados por el Ejército y este les está diciendo que estén tranquilos por un tiempo. Pero la amenaza está siempre ahí. Muchos periodistas y gente progresista se sienten amenazados en Lahore.