Armas sobre el pupitre. Aulas con adolescentes en uniforme militar escuchando atentamente a un soldado, exsoldado o paramilitar que les explica tácticas de defensa, disciplina castrense o cómo se maneja un fusil de combate. En algunas escuelas públicas de Polonia, las clases militares son una rama optativa que se imparte a jóvenes de entre 16 y 19 años.
La fotógrafa polaca Hanna Jarzabek se ha adentrado en estas lecciones para tratar de averiguar qué lleva a los chavales a elegir esta asignatura optativa en los institutos de su país. “Entre los que empiezan hay, en general, una cierta fascinación por lo militar, pero son muchos los que ven en el Ejército o la Policía la posibilidad de obtener en el futuro un empleo que consideran más seguro, porque es estatal”, explica.
El programa lleva casi dos décadas en marcha, aunque tuvo un boom en 2014, coincidiendo con la guerra en Ucrania. Su popularidad sigue al alza, especialmente tras la llegada al Gobierno en 2015 del partido ultraconservador Ley y Justicia, de perfil nacionalista y euroescéptico. Estas lecciones no están ni oficialmente reconocidas ni reguladas por el Ministerio de Educación y por tanto no hay datos oficiales, pero se calcula que se imparten en más de medio millar de escuelas de Polonia.
A través de catorce imágenes de su proyecto comentadas por ella misma, Jarzabek nos acerca a estas lecciones en las que en lugar de libros, hay armas; y en lugar de profesores, soldados o paramilitares.
Esta imagen muestra a la directora del instituto público de Orzysz, uno de los que ofrecen el currículo militar. Orzysz está en el noreste de Polonia, cerca de la frontera con Bielorrusia. Allí está desplegado un batallón de fuerzas combinadas de la OTAN desde principios de este año. Es una región muy pobre, con un 30 o 35 % de desempleo. Muchos de los jóvenes ven al Ejército como una fuente de empleo seguro. Esto me pareció muy interesante, porque no es que los jóvenes de 16 años vayan a estas clases porque son unos patriotas y quieren defender a su país: para algunos sí es una fascinación, un juego, pero lo que la gran mayoría busca es un trabajo estable en el futuro.
En la pared se ve el águila —emblema nacional de Polonia— y un crucifijo. Desde que cayó el régimen comunista en Polonia, la religión ha vuelto con fuerza al espacio público. Y, tras la llegada del nuevo Gobierno ultraconservador en 2015, se ha puesto el acento sobre el vínculo entre religión católica e identidad nacional. Ahora hay crucifijos en prácticamente todas las escuelas públicas.
Esta es una escuela pública en Brzeg, una región cercana a la frontera con Alemania, en el suroeste de Polonia. Es la clase de Historia, y aquí los alumnos están mezclados: los que llevan uniforme son los que han elegido como optativas las clases militares. En esta escuela fue precisamente la profesora de Historia la promotora de incluir el programa militar. También fue una de las principales impulsoras para la creación de la Unidad 3060, la organización paramilitar privada con la que la escuela trabaja en estas clases.
La organización de las lecciones militares se deja en manos de cada escuela: no hay un programa oficial ni unificado, cada una decide de forma independiente el contenido detallado del curso. Las prácticas se llevan a cabo en colaboración con el Ejército polaco, con otros cuerpos de seguridad del Estado o con organizaciones privadas.
Esta foto muestra una clase militar teórica. La impartía un miembro de la Unidad 3060. Llevó su colección de armas para explicar cómo funcionan y enseñar los diferentes modelos. Ante los alumnos, promovía la legalización de armas en Polonia y sostenía que todo el mundo debería tener una para poder defenderse. Abogaba por la idea de que no es el arma la que mata, sino el hombre, y el mero hecho de poseer una no aumenta el peligro.
Esta es una clase práctica de ocho horas, un sábado. Llevaron a los adolescentes a un lugar abandonado fuera de la ciudad de Brzeg donde había algunas ruinas. Aquí les enseñaban tácticas de combate en zonas urbanas. Este instituto hace este tipo de actividades una vez a la semana. No había nadie de la escuela presente, ningún profesor, excepto al principio y al final. El resto del tiempo los paramilitares estuvieron solos con los chavales, que eran entre diez y quince.
Las armas que se ven en la foto son réplicas. En general son los instructores quienes las proporcionan, pero algunos niños tienen sus propias réplicas, adquiridas por sus padres. El coste de cada una puede variar entre 360 y 710 euros. Es brutal: el salario medio bruto en Brzeg son 660 euros. Esto demuestra la fascinación de una parte de la sociedad por lo militar.
Estas dos chicas eran del primer año de instituto. Estaban aprendiendo disciplina militar y el manejo de armas, pero todavía no tácticas de combate. En la imagen practican Krav Magá, un sistema de autodefensa desarrollado por miembros del Ejército de Israel. El hombre de la imagen, Kamil Zielinski, es un miembro de la organización paramilitar y exsoldado que imparte cursos de Krav Magá. Trabaja para una organización parecida a (la empresa de mercenarios) Blackwater.
La chica de la camiseta gris tenía 17 años. Aseguraba que su principal motivación para inscribirse en las clases militares era que quería trabajar en la Policía o en el Ejército: los consideraba trabajos estables. Era muy idealista: decía que quería cambiar las cosas, cambiar el mundo.
En este tipo de organizaciones paramilitares hay exsoldados o soldados profesionales que en su tiempo libre se dedican a este tipo de actividades. Por lo general, lo hacen de manera voluntaria. El equipamiento utilizado en las clases suele provenir de sus fondos personales o de donaciones; generalmente no hay ningún apoyo público y, por tanto, ningún control.
Aunque no están oficialmente reconocidas, el Ministerio de Defensa polaco se ha empezado a interesar últimamente por estas clases. En 2016 publicó la llamada Guía para el tirador, el único manual común con el que cuentan las escuelas para este tipo de actividades. Es un manual que promueve la disposición al combate en cualquier momento; el ideal de Dios, Honor y Patria; y vincula la identidad nacional con la religión católica. La guía la distribuyó Defensa en 2016 y principios de 2017 a las escuelas que impartían estas clases, pero no está disponible en otros lugares.
En el marco de las actividades prácticas, los alumnos aprenden cómo manejar un arma y cómo apuntar. Aquí había jóvenes de entre 16 y 19 años practicando con la Unidad 3060. Todas las armas son réplicas: las reales las utilizan cuando tienen actividades con militares del Ejército polaco.
Esta imagen está tomada durante un descanso de las actividades prácticas. La alumna que aparece con el arma en las manos tiene 19 años. En este caso la réplica es suya; su compra supuso una inversión impresionante para la familia.
Hay muchas chicas que se interesan por las clases militares. En este grupo había unas quince personas y solo cuatro de ellas eran chicas, pero en general mi sensación era que las clases estaban bastante equilibradas.
La chica de esta foto tiene 17 años y el arma que sostiene es real, puesto que están realizando una actividad con el Ejército polaco. Están en un campo de entrenamiento militar al que fueron con su profesora: allí tienen espacios preparados para hacer prácticas con armas. Quienes los supervisan son militares profesionales.
En las actividades también enseñan primeros auxilios, educación física, y este tipo de cosas. Es algo que subrayan mucho tanto los responsables del programa. Mi sensación fue que quizá quieren destacar esta parte para justificar las clases y que resulten menos llamativas.
Aquí los adolescentes reciben lecciones de instrucción militar del instructor al mando de la Unidad 3060. Se les insiste en que la disciplina y el respeto a la autoridad son valores positivos y necesarios para los jóvenes. Les animan a tomar como referentes a los llamados Soldados Malditos: aquellos que lucharon contra la ocupación de Hitler, pero también contra el régimen comunista que se instauró luego. Ahora, sobre todo con el Gobierno actual, se ha rescatado su imagen y se les promueve como héroes nacionales.
El problema es que muchos de ellos incitaron, dieron orden o directamente participaron en las matanzas étnicas en el este de Polonia. Los instructores hacen que cada alumno elija uno de entre estos Soldados Malditos. Deben aprender su biografía, poner su apodo de guerra en el uniforme y, de alguna forma, seguir su ejemplo. Da igual que algunos de ellos fueran criminales.
Esta es una clase teórica. El lenguaje aquí es muy militar, tanto durante la lección como fuera de ella. Por ejemplo, cuando se envían correos electrónicos no se habla de e-mails, sino de “órdenes”. Y no puedes entrar en clase de cualquier manera, debes hacerlo al estilo castrense. Prácticamente se comportan como si estuvieran en un Ejército, aplicando el código militar a todos los niveles.
El que aparece de pie es un alumno de 19 años. Detrás hay dos paramilitares y un tercero está sentado.
Esta imagen está tomada a la salida de una clase de Historia. En primer plano está una de las alumnas, que tiene 16 años y también ha elegido la rama militar. Va de uniforme porque ha tenido o tendrá clase militar. Dos veces a la semana, los alumnos de esta optativa tienen la obligación de ir vestidos de uniforme al instituto y acudir con él a todas las clases, sea la militar o la de biología.
Esta foto es del final de curso de los alumnos de último año, que en Polonia es en abril para que puedan preparar los exámenes de entrada a la universidad. Para mí esta imagen recuerda que Polonia es un país que forma parte de la Unión Europea. Y tener dentro de la Unión Europea este tipo de enseñanza militar en una escuela pública, sin ningún control, es bastante llamativo.