—Si lo supieran, los somalíes pensarían: sus cerdos son más importantes que una persona —diría, mucho más tarde, Abdinur Dahir.
¿Qué vamos a comer? En marzo de 2022, Rusia acababa de invadir Ucrania y una parte del mundo estaba en vilo, haciéndose una pregunta vieja. Rusia y Ucrania eran grandes productores de trigo, maíz y otros alimentos básicos, y los precios se dispararon en pocos días por la posible disrupción comercial. A mediados de marzo, el trigo superó los precios de 2011, año en el que se desencadenaron las primaveras árabes. El hambre amenazaba a algunos países africanos que dependían en gran medida del grano ucraniano. Se temía que las crisis en Yemen y Afganistán empeoraran. El aumento de costes se hacía notar en los balances de miles de granjeros y agricultores de todo el mundo.
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