Ante la inminente llegada de los talibanes a Kabul, pasamos la noche del 14 al 15 de agosto en la embajada italiana, en la llamada Zona Verde, con órdenes de evacuarla a las 12 del mediodía e ir al aeropuerto. Éramos 40. A las 10 de la mañana, para comprobar la seguridad en la ruta, tropas italianas enviaron un convoy de vehículos con nuestras pertenencias. Volvieron una hora más tarde. Las calles estaban inundadas de gente intentando llegar al aeropuerto o desesperadas por saber qué estaba pasando. A la embajada le preocupaba que, en medio del caos, el convoy pudiera ser atacado por grupos que no estuvieran bajo control talibán. También había ira de la gente, que lanzaba piedras a los vehículos blindados de la embajada. La OTAN controlaba el espacio aéreo y no dejaba salir vuelos comerciales.
Preocupado por el riesgo que podríamos sufrir,…
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