El hambre de Clay Champauro pudo más que su miedo. La comunidad indígena wounaam nonam a la que pertenece llevaba días confinada en sus propias casas de Santa Rosa de Guayacán y ya no quedaba nada para comer, así que Clay se aventuró el 4 de febrero a recorrer la hora y media que lo separaba de su tierra de cultivo. El atrevimiento le salió caro y la amenaza invisible a la que tanto temía se materializó. Cuatro hombres lo asaltaron, secuestraron y torturaron durante horas.
Sobre todo, insistieron, no debía mirarles a la cara. Ellos tenían que seguir siendo tan invisibles como profundo el temor que ejercían entre los wounaanes nonam, y la paliza era una advertencia para el resto de sus vecinos. Esto es lo que les ocurriría si se atrevían a volver a salir de la comunidad. Nueve horas de cautiverio y…
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