Ensayo

Mentir la verdad en Rafah

La amenaza israelí al último refugio de Gaza pone a Egipto ante la disyuntiva de dejar salir o no a la población palestina

Mentir la verdad en Rafah
Un tanque israelí en la ciudad de Rafah, a la que población palestina desplazada llegó huyendo de la ofensiva israelí en la vecina Khan Younis. Fatima Shbair / AP

La verdad, como la libertad, casi nunca muere por causas naturales: suele caer asesinada. A menudo, con premeditación y alevosía. A menudo en un callejón oscuro, a traición y por la espalda. Pienso mucho en ambas últimamente. Ser periodista en Oriente Medio te invita a ello: un día te levantas y las autoridades te han quitado el permiso de prensa, la libertad de informar. Y no es que antes hubiera menos riesgo de que te echaran (o algo peor) del país por ello. Es que ahora ejercer esa libertad vulneraría la ley. De facto, muchos periodistas que informan desde Egipto lo hacen al amparo de esa ambigüedad: con acreditaciones que se estancan en el proceso, mientras la verdad que publican no contravenga los intereses del régimen. Cuando lo hace, las autoridades se cuelan por esos vericuetos legales y te ponen en un avión de vuelta a tu país. O ante la fiscalía, si tu pasaporte es egipcio, como ha ocurrido recientemente con Lina Attalah, editora y cofundadora del medio de comunicación egipcio Mada Masr, acusada de difundir informaciones falsas.

Por suerte, estos días, en los que todos miramos a Gaza y en concreto a Rafah, la narrativa beneficia a un Egipto que se erige en defensor de sus hermanos palestinos y que de ningún modo, argumenta el Gobierno, permitirá que se les expulse de su tierra. Proyectar esa imagen de mediador regional, de actor fundamental para prevenir la masacre, les beneficia. Al régimen le interesa que se informe sobre eso. Pero si hay algo que he aprendido en 15 años en Oriente Medio es que las cosas casi siempre son lo que parecen y que si parece que algo va a suceder, sucede. Y la verdad es que Netanyahu asegura que bombardeará Rafah sí o sí. Bombardeará Rafah sin haber propuesto un plan factible que permita la evacuación a un lugar seguro (no hay ninguno en Gaza) del millón y medio de palestinos que se hacinan y a los que matan de hambre, de sed, de enfermedad, de guerra… Allí, a las puertas de un Egipto cuya frontera es la llave de su supervivencia. Aunque no lo hiciera, la verdad es que la Franja es ya un erial donde no queda nada a lo que volver, aunque se declarara el alto el fuego que buscan los mediadores estos días en El Cairo… La verdad es que los hechos que conocemos desde el pasado 7 de octubre, 30.000 muertos, más de la mitad niños, desplazamiento forzado, destrucción de infraestructuras, privación de alimento, agua y energía, indican que hay una intención clara no solo de cometer un genocidio en Gaza, sino de expulsar fuera de la Franja  a los que sobrevivan. Egipto tendrá que lidiar con ello. El régimen lo sabe.

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