WHO: Putin va a la guerra
Rusia ha atacado Ucrania. Después de semanas de especulaciones y advertencias por parte de gobiernos, analistas y medios de comunicación, a primera hora de este jueves, el presidente ruso, Vladimir Putin, anunció en un discurso televisado el inicio de una “operación militar especial”. O sea, de una guerra. Putin ha dicho que el objetivo es “desmilitarizar y desnazificar” la exrepública soviética y defender “a las personas que durante ocho años [los que han pasado desde que tuvo lugar en Ucrania la revolución del Euromaidán —que acabó con el gobierno prorruso de Víktor Yanukóvich— y el comienzo de la guerra del Donbás] han sufrido persecuciones y genocidio por parte del régimen de Kiev”. Esa es la retórica que ha usado para justificar el ataque sobre Ucrania.
Apenas media hora después del anuncio, se lanzaron los primeros ataques. Según el Gobierno ucraniano, una decena de puntos en zonas del este y del sur, incluida la capital, Kiev, fueron atacados. El Kremlin sostiene que se están utilizando armas de alta precisión contra infraestructuras militares.
WHAT: Los primeros muertos
El Gobierno de Volodimir Zelenski ha declarado la ley marcial a raíz de la ofensiva, que en sus primeras horas, según las autoridades ucranianas, se habría cobrado al menos cuarenta vidas. Rusia asegura que sus operaciones han logrado inutilizar las bases y defensas aéreas de Ucrania, mientras que las fuerzas ucranianas dicen haber derribado cinco aviones y un helicóptero ruso.
Ucrania ha pedido a la comunidad internacional que aísle a Rusia “por todos los medios” y le imponga sanciones “devastadoras”. También ha cerrado su espacio aéreo a vuelos civiles, al tiempo que el presidente Zelenski ha llamado a la población a unirse para defender el país.
WHEN: El momento del ataque
El ataque se ha producido después de meses de creciente tensión ante la acumulación de fuerzas rusas en la frontera con Ucrania, y las advertencias de Estados Unidos y otras potencias occidentales al Kremlin contra una eventual invasión.
Las tensiones entre Rusia y Ucrania llegaron a su punto más alto en años a finales de 2021, en medio de denuncias por parte de Kiev de la concentración de hasta 190.000 efectivos rusos cerca de su frontera. Moscú argumentaba que el creciente apoyo de la OTAN a Ucrania, que incluye el aumento de suministros de armas y entrenamiento militar, es una amenaza para su propia seguridad. En las últimas semanas, Rusia, Estados Unidos y la Alianza Atlántica habían mantenido un diálogo en el que el Kremlin reclamaba frenar la ampliación de la OTAN hacia el este de Europa, un compromiso que la Alianza Atlántica ha rechazado. Ucrania no forma parte de la OTAN ni estaba prevista a corto plazo su entrada, pero la Alianza Atlántica nunca ha cerrado las puertas a que Ucrania pudiera unirse al club.
El conflicto y el pulso entre Rusia y Occidente por la influencia en la zona no se entienden sin echar la vista varios años atrás.
WHERE: Del Euromaidán a hoy
Entre finales de 2013 y 2014 Ucrania vivió una crisis política: un levantamiento popular en Kiev (las revueltas del Euromaidán) tumbó en febrero de 2014 al Gobierno prorruso de Víktor Yanukóvich, al que se acusaba de una masiva corrupción, y se instauró un gobierno prooccidental —liderado inicialmente por Aleksandr Turchínov, al que luego sucedió Petró Poroshenko tras ser elegido en las urnas en junio de ese año—. La caída del Gobierno de Yanukóvich fue contestada por grupos prorrusos en algunas zonas fronterizas entre Rusia y Ucrania y en la península de Crimea (un punto estratégico en el sureste de Ucrania con grandes reservas de gas). Esta última región celebró un referéndum en marzo de 2014 —considerado ilegal por Kiev y gran parte de la comunidad internacional— en el que la gran mayoría de los votantes optó por la anexión a Rusia. El resultado fue reconocido por Moscú, que firmó la incorporación de Crimea a su territorio en medio del rechazo de Ucrania, Estados Unidos y la UE.
Poco después, en medio de este escenario, en la región del Donbás (este de Ucrania), grupos armados separatistas prorrusos tomaron parte de las regiones de Donetsk y Lugansk, fronterizas con Rusia. El Gobierno de Kiev respondió con una operación militar que desencadenó una guerra entre los separatistas con apoyo de Moscú, por un lado, y las tropas ucranianas por otro. En mayo de 2014, Donetsk y Lugansk se declararon repúblicas independientes de Ucrania tras referendos de secesión al estilo de Crimea.
Moscú expresó su respeto al resultado, aunque no reconoció abiertamente la independencia de ambos territorios… hasta ahora. Este lunes, después de un largo discurso televisado, Putin firmó el decreto en el que reconocía a Donetsk y Lugansk como repúblicas separadas de Ucrania. Desde el punto de vista del Kremlin, eso dio técnicamente luz verde al envío de tropas rusas para entrar en la zona en disputa, en respuesta a la petición de apoyo realizada por los rebeldes prorrusos a Moscú. La comunidad internacional, por su parte, sigue reconociendo el área como parte de Ucrania.
WHY: Rusia y la OTAN
Pese a que el ataque de hoy marca un punto de inflexión, lo cierto es que en estos últimos ocho años la guerra en Ucrania no ha cesado. En el escenario bélico del Donbás, la cifra de muertos desde 2014 ronda los 14.000, según estimaciones de la ONU, mientras que se calcula que cerca de 1,4 millones de personas han tenido que abandonar sus hogares a causa del conflicto.
A los intereses que rodean el conflicto del Donbás se une el rechazo de Rusia a la política ucraniana de estrechar lazos con Occidente y, en particular, a la posibilidad de que en un futuro el país se una a la OTAN. Las perspectivas de que Ucrania se adhiera a esa alianza de seguridad están recogidas en la Constitución del país; ello supondría que, en el caso de un ataque ruso como el actual, todos los miembros de la OTAN tendrían la obligación de defenderla en su conjunto. Pese a todos los esfuerzos de Ucrania por encontrar protección, su integración en la OTAN se ha contemplado dentro de la propia alianza como una posibilidad remota: nadie quiere provocar a Rusia, una potencia nuclear y con poder de veto en el Consejo de Seguridad.
Rusia, sin embargo, quería garantías de que no se iba a producir una ampliación de la OTAN hacia el este; esto ha sido uno de los puntos neurálgicos de las negociaciones de las últimas semanas entre el Kremlin, Washington y la alianza, que se han saldado sin avances. Tampoco han tenido éxito otros esfuerzos diplomáticos: de hecho, el ataque a Rusia se ha llevado a cabo mientras tenía lugar en Nueva York una reunión del Consejo de Seguridad en la que se pedía diálogo y una oportunidad para la paz, en una nueva muestra del abismo que existe entre despachos y declaraciones oficiales y los movimientos en el terreno.
El ataque de Rusia ha provocado una oleada internacional de condenas en Occidente. El jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, ha dicho que Europa se encuentra en “las horas más oscuras” desde la Segunda Guerra Mundial, mientras que la UE ha anunciado una próxima reunión para aprobar sanciones contundentes contra Rusia.
Pero lo único seguro es que la guerra ha empezado.