La escritora Leila Slimani dejó su Rabat natal cuando rozaba la mayoría de edad para continuar sus estudios en París. Desde entonces se ha convertido en una de las voces intelectuales más lúcidas de Francia. Su sensibilidad para abordar temas complejos como las relaciones culturales y sociales entre ambos países llegó hasta el punto de que el presidente francés, Emmanuel Macron, le ofreció el Ministerio de Cultura en 2017. Lo rechazó —dijo que ella quería ser escritora y eso significaba ser libre, dormir hasta tarde, no tener reuniones y trabajar por su cuenta—, pero sí aceptó convertirse en su representante oficial en el Consejo Permanente de la Francofonía. Fue un año después de que su segunda novela, Canción dulce, obtuviera el Premio Goncourt, uno de los más prestigiosos galardones franceses.
Slimani (Rabat, Marruecos, 1981) se sumerge ahora en un nuevo reto al que…
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