Ardashar podría ser una aldea armenia cualquiera: hay vacas que contemplan indiferentes la lucha en el fango de vetustos Ladas cargados de sandías; hay perros atados que ladran junto a bañeras llenas de agua de lluvia, o esos gatos que retozan en libertad. También hay un gimnasio de baldosín desconchado donde una veintena de niños espera pacientemente sobre la lona a que Jundi Jundoyán, campeón local de artes marciales mixtas de 21 años, haga papilla a su sparring. Jundi, un ser hecho de cables de acero sobre los que se perfilan una barba y unos ojos negros, lanza un puñetazo al mentón izquierdo de un joven sin nombre, luego una patada a la altura de la oreja derecha y no pasa ni medio segundo hasta ese agarre de rodilla. Ya en el suelo, el cazador se dispone a estrangular a su presa, que golpea la lona en señal…
Contenido solo para socios/as
Otra forma de ver el mundo es posible. Si te haces ahora socio/a, tendrás acceso ilimitado a la web, y recibirás cada año nuestra revista en papel con más de 250 páginas y un libro de la colección Voces.
Suscríbete ahora