*Con la colaboración en el reporteo de Evelina Riabenko.
La ciudad de Bucha, al noroeste de Kiev, pasará a la historia como uno de los símbolos de las atrocidades perpetradas por las fuerzas de Rusia en la guerra contra Ucrania. Con el paso de los días tras la retirada de los soldados rusos de la ciudad, van emergiendo detalles de las ejecuciones, asesinatos y abusos que se llevaron a cabo durante un mes de ocupación.
El fotoperiodista Santi Palacios, que entró en Bucha poco después del repliegue de las tropas rusas, siguió documentando la situación en los días posteriores: el relato de las personas que sufrieron la ocupación y los abusos de los militares permiten reconstruir un escenario con todas las señales de estar repleto de crímenes de guerra.
En esta narración en primera persona, Palacios recoge las sensaciones, los testimonios y las imágenes que siguieron a la retirada rusa de Bucha.
Bucha es un municipio al noroeste de Kiev, una zona rural que con el paso del tiempo pasó a convertirse en una ciudad dormitorio. En ella conviven casas humildes de la población más longeva con viviendas nuevas de personas de Kiev que buscan la tranquilidad de las afueras. El 24 de febrero las tropas rusas llegaron a la vecina población de Hostómel, pegada a Bucha. Tres días más tarde, el 27 de febrero, los vecinos de Bucha vieron los tanques rusos entrar en sus calles. Al preguntar a muchos de los que sufrieron la ocupación rusa en Bucha por qué no se marcharon, dan respuestas de todo tipo. Muchas dicen que no se fueron porque tenían a su cuidado personas mayores, otras porque no tenían vehículo, otras por no tener dinero o lugar al que marcharse. Muchas dicen que no esperaban que las tropas rusas fueran a llegar tan rápido.
En la imagen vemos la ciudad de Bucha desde un edificio de nueve plantas en la calle Yablunska, que fue en la que se hallaron más cadáveres. Es uno de los tantos edificios que ocuparon los soldados rusos y desde cuyas ventanas controlaban a la población civil.
Al entrar en Bucha el sábado 2 de abril vimos muchísimos muertos en las calles y en las casas. Dos o tres días después, daba la sensación de que no aparecerían más, pero lamentablemente no fue así. Durante los últimos diez días no han dejado de aparecer cuerpos en calles, cunetas, jardines o viviendas.
Entre ellos estaba el de esta mujer de unos 30 años, encontrada semidesnuda —tan solo llevaba un abrigo de piel— en el sótano de una vivienda de la calle Vokzalna que había sido ocupada por las tropas rusas. La policía registró el cadáver, que fue recogido el 8 de abril. El cuerpo tenía heridas y quemaduras en las piernas. Nos dijeron que la mujer no residía en la casa en la que la encontraron y que todavía desconocían su identidad.
Desde la retirada de las tropas rusas se han encontrado en Bucha 403 cadáveres, según el alcalde. Durante todos estos días no han dejado de aparecer cuerpos en un municipio que se había quedado semivacío.
Entre los cuerpos hallados estaban los de dos hombres tirados frente a las vías ferroviarias que atraviesan Bucha. En esta imagen del 6 de abril se ve cómo uno de ellos tenía una cuerda atada alrededor de los pies. Impresiona que los cuerpos hayan pasado tanto tiempo allí. Hay muchos fallecidos aún sin identificar por familiares. Como la mayoría de la población aún no ha regresado a Bucha, muchos están siendo identificados por conocidos o amigos de amigos.
Una columna de tanques fue atacada en una ofensiva de las tropas ucranianas en la calle Vokzalna. El sábado 2 de abril, militares ucranianos caminaban entre los restos de los tanques rusos, fotografiando e inspeccionando todo. Muchas de las casas que hay alrededor de los tanques estaban destrozadas.
Algo que impacta pasados los días es que Bucha está trabajando a marchas forzadas para volver a la normalidad. Hoy esos tanques de la imagen ya no están. Menos de dos semanas después de la liberación de Bucha, se han retirado y ahora están en una especie de desguace junto con decenas de coches calcinados o destrozados.
Esta es la escuela pública número 3 de Bucha. Un vecino nos contaba cómo al principio de la invasión hubo vecinos que se refugiaron allí, pero pasados unos días se marcharon porque tropas rusas ocuparon el lugar. En el patio del colegio los soldados colocaron armamento de artillería, y disparaban desde allí.
Hay muchísimas ventanas rotas, restos de la munición, algunas zonas quemadas. Desaparecieron todos los discos duros del aula informática, las herramientas del taller, hay televisiones en las aulas con disparos…
El domingo 3 de abril el Ejército y voluntarios de las denominadas fuerzas territoriales de defensa —organizadas por militares en la reserva— llevaron a cabo una distribución de comida. Fue el momento en que empezó a haber más población civil en las calles, sobre todo personas mayores, pero también algunos niños. Este lugar estaba al lado de una tienda totalmente destrozada en la calle Vokzalna.
Aún sigue sin haber electricidad ni tiendas abiertas. Bucha trabaja para volver a la normalidad retirando los restos de los combates; hay equipos de limpieza en las calles y vecinos escombrando, pero falta mucho para volver a algo que se parezca a la normalidad. Se están intentando reparar los tendidos eléctricos, pero aún no hay casi conexión telefónica. Los repartos de comida continúan llevándose a cabo.
A esta casa me llevó un vecino el domingo 3 de abril. En el jardín había tres hombres muertos por disparos. El vecino aseguró que los habían matado por encender una hoguera.
Tres días más tarde, el 6 de abril, encontramos a Nazar, de 17 años, hijo del hombre fallecido que aparece en la foto anterior. Nos dijo que soldados rusos mataron a su padre, Roman, de 43 años, junto a su tío y a un tercer hombre, todos en ese mismo jardín. Nazar nos mostró además el cadáver de su perro, al que también mataron.
La matanza de Bucha ha generado muchas preguntas y debates. Uno de ellos era el significado de los brazaletes blancos como el que llevaban varias de las personas muertas aparecidas tras la retirada de las tropas rusas.
Muchos vecinos nos han contado cómo las tropas rusas les obligaban a ponerse esos brazaletes en el brazo una vez que habían comprobado que eran civiles.
La mayoría de personas que han vivido la ocupación rusa en Bucha lo han hecho en sótanos convertidos en refugios. Entre ellos está el de la imagen, ubicado en el edificio de un jardín de infancia. En él llegó a haber hasta 500 personas refugiadas.
Lora fue una de ellas; cuenta cómo los soldados rusos les ofrecieron la evacuación a Rusia, y todos la rechazaron. Dice que los soldados les aseguraron que en Rusia podrían ser libres, tener un coche, universidades, trabajo, casas. Nadie les creyó ni aceptó la oferta. También cuenta que un soldado le dijo que su abuelo era de Chernígov (norte de Ucrania) y que lo sentía.
A Igor, de 49 años, lo conocí el lunes 4 de abril frente a su casa, cuando me enseñó vídeos que había grabado durante los combates. Mostraban bombardeos que caían sobre Bucha y la vecina Irpín.
Este es el sótano en el que pasó las más de 30 noches que transcurrieron desde el inicio de la ocupación. Es un espacio subterráneo muy pequeño preparado para conservar alimentos, y donde la temperatura no supera los 5 grados. Había pasado todo ese tiempo con su madre, Valentyna, de 69 años.
Esta es una vivienda en la calle Yablunska ocupada por soldados rusos durante varios días. Es una casa de dos plantas; un vecino nos indicó que en esta habitación del piso de arriba habían roto el cristal de la ventana para colocar una ametralladora. La casa estaba destrozada, como todas las que habían sido ocupadas.
En estas dos imágenes vemos a Valeriy —junto a su hijo Andriy, otros familiares y amigos y agentes policiales— desenterrando el ataúd con el cuerpo de su hijo mayor, Oleksiy, que murió por un disparo en el centro de Bucha el 12 de marzo. Al ver que tras salir a encontrarse con una persona que iba a ser evacuada Oleksiy no volvía a casa, salieron a buscarlo. Aquella noche no pudieron ir más allá de los alrededores de la vivienda por la presencia de las tropas rusas.
Fue al día siguiente cuando el propio Valeriy encontró el cadáver de su hijo en una calle del centro de la ciudad. Después de darle sepultura temporal en el jardín, el 8 de abril tuvo que volver a desenterrarlo para que fuera trasladado a una morgue y realizarle la autopsia, antes de ser incinerado.
Esta imagen está tomada el domingo 3 de abril por la mañana, con las calles de Bucha prácticamente vacías. Parte de los vecinos todavía no se atrevía a salir. Estaba nevando cuando apareció Vasil junto a un amigo y sus cinco perros.
En esta fotografía está sujetando al más pequeño, en una zona de Bucha muy afectada por los bombardeos.
Antes de poder entrar en Irpín y Bucha tras la retirada rusa, lo primero que nos encontramos el 1 de abril fue una columna de tanques rusos destrozados en Dmitrovka. Junto a los tanques todavía había cadáveres de muchos soldados rusos que habían muerto en el ataque.
Las fuerzas de seguridad ucranianas recuperaron la munición que quedaba de los tanques en una de las carreteras que lleva a las poblaciones de Irpín y Bucha, que se liberaron acto seguido.
Esta es la fosa común que hay junto a la iglesia de Saint Andrew de Bucha, abierta a principios de marzo. Trabajadores del cementerio autorizados puntualmente por las tropas rusas fueron trayendo aquí cuerpos sin identificar durante las semanas de ocupación.
Vi exhumar decenas de cuerpos, y todavía no han terminado. En total se han exhumado 40, y aún debe hacerse lo mismo con otros 58. Los cadáveres exhumados son trasladados a la morgue para intentar identificarlos.
Este es un tramo de la calle Yablunska en el que el 2 de abril me encontré con más de una decena de personas muertas, tiradas en la carretera y en la acera. Algunos maniatados, otros con brazaletes blancos y aparentemente ejecutados con disparos. Creo que es la escena que más rápidamente resume lo que ha pasado en esta ciudad durante las semanas de ocupación rusa.
Al preguntar a los vecinos por qué los cuerpos han estado tanto tiempo ahí, sin taparse ni recogerse, la respuesta es que los soldados rusos no se lo permitían y los dejaban como aviso a la población de lo que les podría pasar.
Esta es la esquina entre la calle Yablunska y la calle Vokzalna. La fotografía es del 2 de abril, cuando había muertos por todas partes: también en el jardín de esta casa, bombardeada y destrozada.
No me pude acercar. Tras la liberación de Bucha advirtieron de la posibilidad de que hubiera artefactos explosivos en los campos, jardines y casas. Hay equipos de desminado trabajando y se han oído explosiones de artefactos que habían quedado allí después de la ocupación.
En esta foto del 10 de abril vemos a Sergiy, de 47 años, agarrando la mano de su hija Ruslana, de 10, en la puerta de su casa en la calle Yablunska. Lo había conocido el 3 de abril, cuando salió para contarme cómo habían vivido las semanas de ocupación. Insistía en el miedo que habían pasado por los constantes bombardeos.
En las calles de Bucha había decenas de coches totalmente destrozados, la inmensa mayoría marcados con una V, el símbolo que utilizan las tropas rusas que entraron en esta región el 24 de febrero. Coches calcinados, destrozados, con disparos. La cantidad de ellos y el nivel de destrucción plantean el interrogante de qué pasó para que esto quedara así.
Al cementerio número 3 de Bucha han estado llegando todos estos días los cuerpos recogidos en las calles y las casas de Bucha. Allí han sido clasificados antes de ser trasladados a distintas morgues para realizarles la autopsia e intentar identificarlos.
Algunos familiares han acudido directamente al cementerio para buscar y tratar de identificar a sus seres queridos desaparecidos.
Un grupo de voluntarios enfundados en trajes de protección recogió 65 cadáveres del cementerio número 3 de Bucha el 12 de abril. De allí los trasladaron a la morgue.
La mayoría de la población de Bucha huyó y aún no ha regresado. Hay muchos muertos esperando a ser identificados.
La mayoría de las personas que se quedaron en Bucha son mayores que tenían pocas posibilidades de marcharse de la ciudad antes de que llegaran las tropas rusas. Durante los últimos días, grupos de voluntarios llevaron a cabo repartos de comida en distintos barrios del municipio. Aún no es fácil para los vecinos moverse ni conseguir comida de otro modo.
Lidiia Borysenko, de 74 años, ha pasado toda la ocupación en su casa. Ahora mismo, como muchos, está sin electricidad. En la vivienda hace mucho frío. En la sala de estar seca el pan para almacenarlo. Cuenta que en el sótano tenía productos como patatas, zanahorias y fruta que le permitieron alimentarse durante la ocupación, pero le faltaban muchos otros como pan, carne o leche. Ahora dice tener más que suficiente.
El pasado 7 de abril fuimos a una residencia de ancianos en la que había seis personas mayores muertas. Cuatro de los cuerpos estaban al lado de una piscina cubierta en el jardín de la residencia, que era un chalet alejado del centro de Bucha. El cuerpo de una quinta persona estaba en el jardín, y el de un sexto anciano estaba en la cama de una de las habitaciones.
Uno de los cuerpos de aquella residencia era el de Valentyna, de 82 años. El 12 de abril me encontré en el cementerio con su hijo, Anatoliy, que estaba en el entierro de la anciana. Contó que en todo momento los trabajadores de la residencia intentaron cuidar de las personas mayores. Pero por la falta de electricidad, agua, gas y medicinas, y teniendo en cuenta la precaria salud de estas personas, fueron falleciendo. Murieron como consecuencia de la guerra. Por falta de todo.
La guerra tiene siempre consecuencias más allá de los ataques directos. Mucha gente ha tenido problemas de salud o ha muerto por causas relacionadas con el conflicto, aunque no sean disparos o bombardeos: desde falta de atención sanitaria o medicamentos, al frío o la falta de comida.
En la calle Yablunska hay un gran edificio que albergaba las oficinas de una empresa privada. Las tropas rusas lo convirtieron en su cuartel general. Allí aparecieron los cuerpos de ocho hombres, algunos de ellos maniatados. Es uno de los escenarios de posibles crímenes de guerra que actualmente se están investigando.
En la imagen vemos a un miembro de las fuerzas de defensa territorial caminando por el interior del edificio aún sin luz, como el resto de Bucha. El lugar está como casi todas las viviendas en las que han entrado soldados rusos: parecía como si tuvieran órdenes de destrozarlo todo. Estaba lleno de basura, con todo revuelto, destrozado, y botellas de alcohol por todas partes.
En uno de los laterales de la planta baja del mismo edificio se veían los restos de sangre de un cuerpo que fue arrastrado. Aquí hay señales de que se llevaron a cabo ejecuciones.
En esta imagen vemos a Olga, de 80 años, caminando entre cuerpos sin vida junto al que sirvió como cuartel general de las tropas rusas. Olga vivió la ocupación junto a su marido Mykokla, de 85, encerrada en su casa la mayor parte del tiempo.
En este lugar yacían los cuerpos de ocho hombres que habían sido ejecutados. Uno de ellos estaba maniatado.
En la imagen de la izquierda, del 2 de abril, vemos a Andriy maniatado y asesinado. En la de la derecha, del 11 de abril, vemos al padre de Andriy y a la que era su novia, Julia, durante el entierro. El padre, que también se llama Andriy, cuenta que su hijo, de 32 años, se había mudado a Kiev, pero el 1 de marzo fue a la casa familiar de Bucha a buscar su documentación. Dice que Andriy se escondió de las tropas rusas en un sótano junto a otros amigos, pero los encontraron y los hicieron prisioneros. Los ejecutaron el 5 de marzo, cuenta el padre: a su hijo, dice, le dispararon directamente en la frente.
Andriy había sido combatiente en el Donbás en 2014 y 2015. Su padre, que quiere investigar y conocer los hechos, cree que los soldados rusos lo descubrieron y por eso se ensañaron con él.
La novia y la tía de Andriy se abrazan, nada más enterrarlo, el 11 de abril.