Cuando a Luis Parodi se le acabaron las vacaciones y volvió a su puesto, se encontró con una huelga de trabajadores. El lunes 19 de agosto una marabunta de hombres esperaba al director ante su despacho para enseñarle la carta con los motivos del parón. “Mañana a las 10 nos juntamos y vemos. Ustedes son libres de hacer lo que quieran, gente”, sentenció.
—¿Siempre funciona así? —le pregunto sorprendida en su despacho, porque Parodi (tez morena, ojos almendra, barba medio cana y desaliñada) es el director de la unidad número 6 de Punta de Rieles, una cárcel en la periferia de Montevideo, y los trabajadores en huelga son presos.
—Siempre funciona así: hablo con ellos y discutimos hasta que llegamos a acuerdos. Y a veces pierdo las discusiones. La educación es una discusión —responde él, que nada tiene que ver con el…
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