Un gramo de cocaína se vende, se consume y se acaba. A una mujer se la puede vender veinte, treinta o cuarenta veces al día. Y otras cuarenta más al día siguiente. La explotación de personas es una de las actividades delictivas más jugosas del mundo. Un negocio que arrebata la condición humana a sus víctimas para convertirlas en meras mercancías. En México, un país roído por el crimen organizado, los tratantes campan impunemente y la esclavitud sexual es el destino de muchas mujeres desaparecidas.
“Se habrá ido con el novio”, le dijo la policía a María Soledad Sánchez cuando fue a denunciar que su hija Aylin, de catorce años, había desaparecido al bajar a comprar la cena. No importó que una vecina hubiese visto cómo tres tipos la subían a un coche a la fuerza. El protocolo de la Fiscalía dice que deben…
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