En el puerto de Fann Hock, el trasiego de mesas de madera, cubos de plástico, bolsas y cajas rompe un inicio de tarde placentera en la costa de Dakar. De repente salen mujeres de todas partes. Es la hora del desembarco de los pescadores, que llegan con el botín del día. Los cayucos entran en la costa y grupos de hombres jóvenes los sacan del agua a pulso, ayudándose solamente de unos cilindros de madera para hacer el juego y que no se queden trabados.
Fatou Sisse muestra una trucha marina que acaba de comprar a los pescadores y que ha colocado minuciosamente encima de otras en la mesita que se convertirá en su tenderete en el puerto esta tarde. Lleva 25 años en el negocio y no se le borra la sonrisa. “Antes se pagaban 20.000 francos CFA [unos 30 euros] por 20 kilos…
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