Las grabaciones de un naufragio en 2013, que se hicieron virales, mostraron la descoordinación entre Italia y Malta, y sus funestas consecuencias. No parece que se haya avanzado demasiado en ese terreno desde entonces, al menos a tenor de lo sucedido este fin de semana en el mar Mediterráneo.
Roma llamaba una y otra vez. El Centro de Coordinación de Rescates, que lleva la batuta desde la distancia en las operaciones de rescate que tienen lugar en el mar Mediterráneo, ordenó el sábado al Golfo Azzurro, barco de la oenegé catalana Proactiva Open Arms, que siguiera una embarcación que había lanzado una llamada de socorro.
El operativo de rescate duró 17 horas. Se encontró una lancha con tres libios que estaba a cien millas de la costa, algo no demasiado frecuente. Italia y Malta se pasaron entonces la pelota: el Golfo Azzurro, decía Italia, tenía que ir a Malta, pero Malta se negó y dijo que tenía que ir a Italia. Luego Italia se negó a que desembarcara en Lampedusa. Y que tenía que ir a Malta. Así sucesivamente. El Golfo Azzurro estuvo bloqueado en el mar unas 72 horas, hasta que por fin Italia le dio puerto: Pozzallo, en la isla de Sicilia. Un ejemplo más de la voluntad de las autoridades europeas de entorpecer la labor de las oenegés que están rescatando vidas en el Mediterráneo.