Es primero de octubre. Sábado. Cae la tarde en el centro de Teherán. Las luces de neón de las tiendas se han encendido, el tráfico es más caótico que de costumbre y el ocaso hace más difícil identificar a quienes van dentro de los coches. Hoy, después de una semana extraña con dos días festivos en medio, ha comenzado un nuevo año académico en Irán. El regreso a las aulas también ha reactivado unas protestas que el gobernador de la provincia de Teherán —en uno de tantos movimientos erróneos del régimen durante las movilizaciones que sacuden el país— había dado por muertas tan solo dos días antes.
Masoumé*, traductora de 35 años, lleva desde el mediodía en las calles del centro de la capital iraní junto a Firuzé, una amiga escritora de 33. Han protestado con la cabeza al descubierto, han corrido para huir de…
Contenido solo para socios/as
Otra forma de ver el mundo es posible. Si te haces ahora socio/a, tendrás acceso ilimitado a la web, y recibirás cada año nuestra revista en papel con más de 250 páginas y un libro de la colección Voces.
Suscríbete ahora