Las protestas en Perú no cesan. Más de un mes después de la detención del ya expresidente Pedro Castillo, los muertos en las movilizaciones suman ya medio centenar, la mayoría a causa de la represión de las fuerzas del orden. Miles de manifestantes reclaman la dimisión del Gobierno de Dina Boluarte, la celebración de elecciones y cambios profundos en el sistema político y social de un país que ha visto desfilar seis presidentes en apenas cinco años.
La crisis actual se desató el pasado 7 de diciembre, cuando el entonces presidente Castillo intentó disolver el Congreso e instaurar un gobierno de emergencia. Castillo buscaba adelantarse a una moción de censura —la tercera de su mandato— que iba a ser votada en la Cámara. Pero se quedó solo: ni las Fuerzas Armadas ni la Policía Nacional acataron su orden, y fue destituido y detenido acusado de rebelión y conspiración. En el cargo le sustituyó su vicepresidenta, Dina Boluarte.
Aquel día comenzaron unas protestas que siguen vivas, a pesar de la represión que ha dejado un sangriento saldo de víctimas, especialmente en las regiones alejadas de la capital, donde muchos veían a Castillo —un maestro de escuela rural y líder sindical— como uno de sus representantes.
En los días siguientes a la detención de Castillo, el departamento andino de Ayacucho se convirtió en uno de los epicentros de la tragedia: el 15 de diciembre, diez personas perdieron la vida en medio de la brutal represión militar. Ese día el Ejército siguió una lógica “de guerra”, dice el fotógrafo peruano Omar Lucas, que desde hace diez años documenta temas de derechos humanos y medioambiente.
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