Ensayo

¿Qué frutos dará la revolución del monzón de Bangladesh?

Las protestas han acabado con un régimen de 15 años liderado por la ex primera ministra Sheikh Hasina. Pero el futuro es incierto.

¿Qué frutos dará la revolución del monzón de Bangladesh?
Manifestantes trepan a la residencia de la jefatura de Gobierno tras la dimisión de la ex primera ministra Sheikh Hasina. Mohammad Ponir Hossain / Reuters / Contacto Photo

Bangladesh ha estado a menudo en el alambre, pero las agitaciones sociales y políticas suelen evitarse durante los periodos de lluvias intensas. Los monzones han sido históricamente tranquilos en este país fluvial incrustado en el Gran Delta, que vive de ellos y lo hacen mutar, pues sumergen bajo el agua gran parte de su territorio. Sea por voluntad de los dioses o de la crisis climática, este julio las precipitaciones no cayeron en abundancia y se registraron las protestas más multitudinarias y sangrientas que se recuerdan en la etapa independiente de la nación bengalí, que ya han sido bautizadas como revolución del monzón, aunque no está del todo claro que ahora arranque una era más democrática.

Bangladesh es un país tan olvidado que solo acapara titulares cuando hay desastres de la industria textil; llegada masiva de apátridas rohinyás que escapan de la muerte en Birmania o crisis políticas como la actual. Aunque el público occidental recibe poca información de lo que pasa allí, algunas imágenes de los últimos días se han vuelto tan icónicas ya que son incluso objeto de pinturas y grafitis: el desplome a cámara lenta, brazos en cruz, del estudiante Abu Sayed, abatido por la policía; manifestantes estrechando la mano victoriosamente con soldados protectores, derribando exaltados la gigantesca estatua del padre de la nación, y turbas descontroladas invadiendo el Parlamento o llevándose de la residencia de la primera ministra gansos, gallinas, sillas y hasta sujetadores de la anciana líder.

Revolución, fin de régimen y puerta abierta a una nueva era de renovación democrática y libertades, confían los optimistas. Un camino plagado de obstáculos y de incógnitas, advierten los pesimistas. ¿Quo vadis, Bangladesh? Todos concluyen que el camino puede llevar a cualquier dirección a este país de 170 millones de habitantes repartidos en un territorio casi cuatro veces menor que el de España. Entre las papeletas malditas de la rifa figuran la perpetuación del caos, el estallido del islamismo, que se desenfunden los sables o una reaparición, con trajes distintos, de los demonios políticos de siempre. Pocos quieren ahora dejar entrar por la puerta recién abierta a los fantasmas en un país siempre polarizado que lleva cinco décadas conviviendo con los que dejó la guerra que lo separó de Pakistán en 1971 y tras la cual se convirtió, aunque nunca del todo, en un Estado secular.

A esta encrucijada han conducido unas protestas lideradas por estudiantes universitarios que reclamaban algo tan justo como concreto y exclusivo: la supresión en favor de la meritocracia de la prebendas o cuotas en la asignación de puestos funcionariales. El éxito de su coordinado desafío amalgamó el descontento de amplios segmentos de la población —también de islamistas y opositores en horas bajas— tras 15 años de Gobierno en continua deriva autoritaria durante los que prácticamente nadie que no fuera acólito se ha librado de la represión.

En la diana de las protestas aparecía un gobierno resumido en la icónica figura de la primera ministra Sheikh Hasina, cuya Liga Awami —partido heredero de su progenitor y padre de la nación, Sheikh Mujibur Rehman, asesinado al poco de la independencia— se encontraba sola en el Parlamento desde las últimas elecciones celebradas a principios de 2024. Las fuerzas policiales reprimieron duramente la contestación social, dejando cientos de muertos, hasta 500 según algunas fuentes, y miles de heridos y detenidos. El 5 de agosto, contra todo pronóstico, Hasina huyó a la India, su principal valedor regional. El 8 de agosto tomó posesión un Gobierno interino, tutelado por el Ejército y que está dirigido por el profesor y Premio Nobel de la Paz Muhammad Yunus, célebre por los vanguardistas microcréditos que impulsó décadas atrás.

Entre 2015 y 2016 fui corresponsal en Bangladesh y, aunque la vida me ha llevado después a otros rincones lejanos, he seguido con interés desde la distancia este cambio histórico y hablado en los últimos días con varios bangladesíes tanto dentro como fuera del país para tratar de entender las sensaciones de la gente y la magnitud de lo que está pasando en las calles.

Contenido solo para socios/as

Otra forma de ver el mundo es posible. Si te haces ahora socio/a, tendrás acceso ilimitado a la web, y recibirás cada año nuestra revista en papel con más de 250 páginas y un libro de la colección Voces.

Suscríbete ahora
Ir al principio
Esta web, como todas, usa cookies. Si estás de acuerdo, pincha en 'Aceptar'.